618. Patti Smith (II) Los sueños proféticos

Por Sergio Monsalvo C.

Las piezas del género rockero (en cualquiera de sus cientos de variantes estilísticas) han alcanzado emociones y objetivos profundos, es decir, la poesía (con Bob Dylan y Patti Smith como parámetros).

Las canciones del rock han hecho visible la cruda manera filosófica mediante la cual nos afectan las cosas.

Han abierto un nuevo espacio para el conocimiento de lo que se han dado en llamar “los sentimientos”. No sólo románticos, sino existenciales, de estar en el mundo y frente a él.

Han sido –y son– el espacio del placer estético contenido en una obra de dos o tres minutos, a la que se ha denominado como single o sencillo.

A partir de la aparición de este género la gente utilizó la música para responder a cuestiones referentes a la propia identidad.

Las personas han echado mano de ellos, de esos sencillos, para plantearse preguntas y crearse una particular autodefinición, el signo de la autoidentificación, la cual es inmediata y está ligada a la intensidad de la música en tanto que sonido.

Con tales canciones breves, el placer es experimentado de forma directa e inmediata, como literatura melódica.

Los tracks insertos en el rock proveen a los escuchas de un modo de gestionar la relación entre su vida pública y su vida privada y emotiva.

Los grupos y cantantes hacen que dichas sensaciones, expresadas en los temas parezcan más ricas y más convincentes que las que comúnmente se podrían expresar con las propias palabras.

Asimismo, las piezas mejor construidas, redondas y exitosas dan forma a la memoria personal, son el soundtrack de cada vida particular.

Por otro lado, esas canciones organizan el sentido del tiempo y la intensificación de la experiencia del presente.

Una de las consecuencias más obvias de todo ello resulta clave para recordar las cosas. Las emociones, de tal suerte, desencadenan las asociaciones más intensas (recordando la herencia beat de destruir la distinción entre vida y literatura).

Canciones de rock: poesía cotidiana que influye hoy –en el presente siglo, en un cambio de reciprocidad– a los escritores de dichas intensidades en sus libros. La literatura inspirada e el rock ha crecido exponencialmente por todo el mundo.

El nombre y la reputación de Patti Smith, como creadora de canciones rebozantes de literatura y de actitud rockera, son familiares para quienes se han adentrado en el género como cultura viva y como poesía.

Patti Smith es una poeta que tiene al rock como apoyo musical y estético, como herramienta artística, a fin de cuentas.

Con el Premio Nobel de Literatura otorgado a Bob Dylan se acabaron los purismos. La justicia poética se hizo presente y Bob fue el primer músico y cantautor en obtenerlo, por haber «creado nuevas formas poéticas de expresión dentro de la gran tradición de la canción estadounidense», o se otra forma de literatura, según juzgó el jurado de la Academia Sueca, que otorga tal premio).

Patti Smith es personaje principal en la concatenación de una cadena cultural que alcanza ya el medio siglo de vida.

(A continuación, un fragmento del poema “En una década el rock será arte” de Patti Smith)

“yo era un tulipán estrecho y ondulante. dormí varias horas. cuando desperté él estaba allí de pie, contemplándome desde arriba. el amplificador estaba allí y la guitarra estaba allí. agarró mis pies y empezamos a reír y a besarnos.

“estábamos ambos muy contentos e hicimos el amor rápidamente, como un saludo. él se quedó dormido dentro de mí. me bajé de la cama. como el amplificador no tenía reverberación me lavé el pelo. me llegaba a los hombros y tenía el color del cobre. me lo corté estilo cruzado.

“dibujé una delgada línea azul conectando mis ojos y una línea vertical desde mi frente hasta el centro de la nariz. me lavé de nuevo y luego le lavé los pies. él estaba quieto y soñando. recogí sus ropas en un montón, exceptuando su abrigo azul. no podía imaginármelo sin él. lo colgué sobre la silla de mimbre y cepillé el cuello con los golpes seguros de una doncella de hotel.

“él estaba tumbado allí metido en una camisa arrugada. los contornos de su camisa se plegaban como las hojas de un periódico. la adrenalina se paseó a través de mí. un corredor dentado cargó a través de mis venas. mis dedos eran salchichas ??brillantes y pulsantes– llenas de energía loca.

“la guitarra se sentía bien en mis manos. no la enchufé. estaba corriendo con el tiempo y la memoria. le imaginé de pie junto a mí, concentrándose en la desintegración y tirando de cuerda. estábamos sobre el escenario en un estadio y las luces eran bajas y malignas. me encontraba en un estado de rendición temporal.

“canción en la radio: inclínate por ti. me estoy inclinando servicialmente ante él, por mí misma, por el momento, y pronto todo queda olvidado. la memoria es sustituida por la energía. estoy moviéndome a través de un paisaje denso, jugoso y tropical. me estoy inclinando como un sauce maníaco, como un dedo doliente. sólo existen el momento y más allá del momento. él lo sabe durmiendo, y muerto también lo sabría”.

 

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