WIR SIND HELDEN

LOS HÉROES COTIDIANOS

Por SERGIO MONSALVO C.

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David Bowie ha sido una enorme influencia para infinidad de grupo en diversas épocas. Sus temas son iconos culturales de los que han partido corrientes, reflexiones, géneros, carreras y vidas. Una de estas piezas es, sin lugar a dudas, “Heroes” cuya poética y contenido han sido diseccionados una y mil veces en todos los idiomas en busca tanto de la identificación como del conocimiento personal, íntimo. Es la piedra de toque que invoca el prurito romántico de la confirmación del yo en el mundo frente al universo.

En el idioma alemán apareció una versión de la misma en el 2007 a cargo del grupo Apocalyptica con la voz del cantante invitado Till Lindermann (de Remmstein). El hecho conllevó al nacimiento (como debe serlo todo encuentro cultural), con aquella semilla, de nuevos frutos en esas geografías. La profundidad de dicha versión en clave de canto dramático en lengua germana hizo surgir a una banda que retomaría tal reafirmación existencial como razón de ser de su estética musical: Wir Sind Helden.

La aparición de aquella versión me hizo recordar la cita de Napoleón Bonaparte con respecto a tal lengua: “Cada frase de ese idioma es como un latigazo”. Para él no podía ser de otro modo, la importancia que cobraba el romanticismo en su época tenía como abanderados a los poetas y pensadores alemanes a los que él detestaba tanto como temía por sus ideas y conceptos sobre el hombre en general, cuando él encarnaba y pugnaba por ensalzar sólo al epopéyico.

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El Napoleón conquistador buscaba en sus escritores afines que contaran las hazañas de los personajes como él; que contaran acerca de sus victorias, pero no sobre las derrotas. Los románticos alemanes (Goethe, Schiller, los hermanos Schlegel, Hoffman, Heine, Hölderling, Novalis,etcétera) se interesaban por lo que sucedía con los otros y sus heroicas proezas interiores de sobrevivencia. Por eso escuchar aquel idioma era para él una afrenta, un latigazo directo a la carne de su racionalismo megalómano.

La postura de dichos escritores es lo que encarna el grupo Wir Sind Helden (Somos héroes) en la actualidad matizada a través de la visión de Bowie. El rock es producto directo del romanticismo y tanto el británico como estos teutones lo confirman con su obra. La del primero es una harto conocida; la de los últimos –que tomaron uno de sus versos como nombre– es una que abarca ya varios álbumes: Die Reklamation (del 2003), Von hier an blind (2005), Soundso (2007) y Bring mich nach Hause (2010) entre ellos.

Este cuarteto está integrado por Judith Holofernes (voz y guitarra), Jean-Michel Tourette (guitarra y teclados), Pola Roy (batería) y Mark Tavassol (bajo). La formación es originaria de Berlín, pero a comienzos del siglo XXI decidieron cambiar su residencia a Hamburgo. Su estilo fluctúa entre el pop rock, el rock alternativo y el post-rock, con el uso del idioma alemán y las herramientas de la metáfora poética para hablar de la realidad del mundo actual: materialismo, consumismo, la simulación, la vigilancia de Estado.

Pero tanto el amor como la falsedad artística ocupan también un papel preponderante en su lírica. E igual que su estilo musical, oscilan entre el sentido del humor y la gravedad distópica. Por eso mismo, en este época de siglas, se les ha incluido en la escena de la Neue Neue Deutsche Welle (una importante corriente musical derivada de los años ochenta que los ha puesto en la cresta de dicha ola contemporánea en lengua germánica, a la que también se pueden añadir bandas como Silbermond y Juli).

Las canciones reunidas y trabajadas por Wir Sind Helden tienen un marco referencial. Son imágenes sin nombre de gente sin nombre que guardan, sin embargo, la memoria del retratado y de cuanto vieron sus ojos. Por eso sus letras esquivan el informe sociológico y apuntan a un tiempo irremisiblemente fugaz, el del individuo como tal. De ahí que hagan pensar. Más que abrir entornos sugieren los de quien actuó y padeció siendo uno: Vemos su figura, ignoramos su hacer y su decir, pero no su sentir.

La evolución de los preceptos del grupo nunca ha agotado el potencial de su primigenia voz narrativa, es como si el cuarteto dominara su capacidad de fabulación lírica en favor de lo testimonial. La magia de estos alemanes consiste en dibujar un territorio de la mente y hacer vivir en él para siempre a un héroe sin edad, astuto y vacilante que siempre tiene algo de nosotros.

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Quizá sea este el punto de las piezas. No está en las historias mismas, sino en su elección. Y junto a los sentimientos y emociones expresadas en ellas revive la complicidad entre el escucha y ellos (los autores). Nada sabemos de los personajes que retratan, pero como músicos sugieren ese espacio, ideal e irrepetible, trazado por la inteligencia en las canciones. Sus álbumes son así un compendio, no de hechos y objetos, sino de imágenes y gestos anónimos que en sus manos logran el heroísmo de la vida cotidiana.

Esos discos son una especie de viaje a la realidad y, al mismo tiempo, a la antigua dualidad que oponía aquella a la ficción o la vida al arte. Wir Sind Helden ha compuesto para tales álbumes canciones que fluyen misceláneas y errabundas al igual que la vida, en un dejarse llevar liberador para quien está acostumbrado al trabajo de urdir con soltura y dando prioridad a la acción diaria, sin epopeya. El resultado de la liberación son unos fragmentos de vida en donde se pasa sin cortapisas de la reflexión a los hechos.

En las andanzas por sus tracks es posible cavilar sobre un episodio cotidiano o ir a una lectura de la suerte para luego ofrecer una sentencia arquetípica: “Moriré y nada sabré, pero me habré preguntado qué haré conmigo hasta que eso suceda”. Son simples divagaciones por las que en algún momento hasta se disculpan: “Perdóname escucha si estoy mezclando los temas, pero mi mente no deja de trabajar”. Su mezcla resulta grata y rica, quizá por la cohesión que le procuran con los elementos extraídos de sus influencias.

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En estos retratos del día a día, en la vida de una de ficción musical hecha con retazos de la realidad contemporánea de fondo, nos van mostrando poco a poco imágenes de lo que alguien, cualquiera, ha querido ser y de lo que es. “Sueño con una vida que me convierta en heroína” canta ella. Mientras el grupo entero arropa su imaginación y con la música sacian su sed de aventuras al mostrarle el entorno, su accionar, su permanencia y su lucha entre lo útil y lo poético en el trajín del ahora.

Perspicaces son sus ideas sobre cómo fueron y cómo serán los héroes. En esencia, la música de este grupo trata sobre qué actos hacen civilización y los que pueden destruirla.

Wir Sind Helden representa el romanticismo de quien tiene fe en el lenguaje como salvaguarda humana. Un reconocimiento de que a los hombres no nos es dado saberlo todo, lo que hace del misterio vital algo ineludible. Y ello da frutos paradójicos y oraculares. “No estamos preparados para la vida, y somos seres imperfectos”. Pero entre tantas dudas asoma la certeza de que la música –hecha con esas emociones– es un bien necesario para examinar nuestra humanidad, la de todos los días, la heroica.

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