649. Patti Smith (IX) Fin y comienzo

Por Sergio Monsalvo C.

Entonces llegó el fin de siglo XX y el comienzo del XXI. La historia de una palabra es a veces la historia de un siglo. «Rock» es una de ellas. El género cambia constantemente las estéticas musicales, pero conserva sus raíces fundamentales. En el año 2000 los discos que destacaron en ese sentido fueron: Ecstasy de Lou Reed, Felt Mountain de Goldfrapp, Stankonia de Outkast, Conspiracy of One de Off Spring, Parachutes de Coldplay y Kid A de Radiohead y Gung-Ho de Patti Smith, entre otros.

El título de este último álbum había sido extraído de un slogan chino, traducido como “Trabajemos juntos” era el leitmotiv del álbum. Las trece canciones del mismo hablaban de ello. El track “New Party”, incluso se utilizó en la campaña del candidato a la presidencia del Partido Verde de Ralph Nader.

El rock había sido durante medio siglo un fenómeno de vastas consecuencias en la vida y costumbres de millones de personas en el mundo, hasta ese momento: fin de siglo y de milenio. Había calado fuerte en generaciones sucesivas, por encima de profundas diferencias sociales, económicas, de educación e ideológicas.

En el disco Patti Smith expresaba que el rock ya no debía ser definido como un estilo musical en sí mismo, por su vaga relación con el ritmo del cuatro por cuatro, ni tampoco como una especie de ideología juvenil, sino como una cultura viva y en constante evolución. El rock era una forma de vida comunitaria.

Hablaba del tradicionalismo y la falta de atención en ese momento a los males generales; que la gente se contentaba con escoger entre pocas cosas harto conocidas, en lugar de buscar otras posibilidades para la paz, el medio ambiente y la democracia.

La primera década del siglo XXI Patti Smith la resolvió con giras mundiales y dos obras adicionales para su discografía. La primera se trató de una recopilación de temas que había trabajado como banda, eran una simple maqueta, y que por una u otra razón no habían aparecido hasta entonces o, simplemente, quería plasmar una toma en especial de alguna de ellas.

El álbum doble se tituló Trampin’ (2004), y fue su noveno álbum de estudio, y el primero con la compañía discográfica Columbia Records. Contiene once piezas por disco, entre las que destacan tanto temas originales, algunos relegados, así como versiones históricas asociadas a ella (“Gloria”).

Todos los tracks son interpretados por su banda regular, por entonces (Lenny Kaye, guitarras; Jay Dee Daugherty, batería y percusiones; Oliver Ray, guitarra, dirección artística y diseño y Tony Shanahan, en el piano y otros teclados), y personal adicional, entre el que se encuentra Jesse, la hija de Patti (en el piano) y Rebecca Wiener (en el violín).

La fotografía del álbum fue tomada por Melodie McDaniel, con Patti Smith y toda la banda en pleno. La obra fue catalogada entre los mejores discos de aquel año.

El otro lanzamiento fue Twelve (2007), un disco de versiones de los temas favoritos de Patti de diversos grupos y músicos. Por él desfilan composiciones de Jimi Hendrix, Tears for Fears, Neil Young, Rolling Stones, George Harrison, Jefferson Airplane, Bob Dylan, Paul Simon, Doors, Nirvana, Allman Brothers Band, Stevie Wonder y R.E.M.

Conjuntamente fue lanzado como sencillo un Ep, Two More, con dos canciones que no entraron en la compilación: “Perfect Day” de Lou Reed y «Here I Dreamt I Was an Architect» de The Decemberists.

En todos los artistas de la música, llega un momento, regularmente después de los sesenta años, en que deciden hacer un disco exclusivamente con las composiciones de otros semejantes, a los que han admirado a través del tiempo. Por eso mismo nadie puede rebajarle nada a esta declaración tributaria de la Smith, pues gracias a ella nos ha sido dado disfrutar de un nuevo estrato para unas canciones recurrentes.

En ese ámbito se puede encontrar solaz y certidumbre, calidez y sosiego. La satisfacción que puede brindar una versión afortunada, en este caso las doce incluidas, se parece a ese momento que quema con la exaltación del enamoramiento ya detectado y la concentración en su disfrute.

Esa variación de lo conocido permite volver por unos minutos al reino del pasado, reencontrarse con ese otro que fuimos y habitarlo desde fuera. Ahí, en esa antigua nostalgia se satisface y enciende nuevamente algo para nuestro conocimiento personal. Por ello, la versión representa una posibilidad de descubrimiento y acceso: una suerte de botiquín de reabastecimiento.

Este puede ser el lado utilitario de acceso a tal práctica. Sin embargo, existe como siempre otro point of view: la poética de la representación. Desde este ángulo, un músico, un cantante expresa su individualidad a través de un lenguaje recibido de otro semejante.

En Twelve, Patti Smith hace de ellas una representación personal y presenta las versiones como nuevas entidades subjetivas. Es decir, en la versión se expresa su otro yo. En este punto preciso entra la mencionada poética, puesto que el escenario de la misma canción lleva una interpretación distinta, que requiere de ser reacentuada y reescrita, por otra mano, otra voz, otro grano. Esta antología suma todas las posibilidades para bien.

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