643. Patti Smith VIII: Contacto omnipresente

Por Sergio Monsalvo C.

A lo largo de todo el álbum Gone Again, Patti Smith expresa su voluntad por sobrevivir mediante múltiples voces, desde el canto exuberante y resonante hasta el gruñido áspero, muchas veces en una misma canción. La instrumentación también varía, desde el sonido espectral de una sierra musical en «Summer Cannibals» y la voz efervescente de Jeff Buckley en la atmosférica «Beneath The Southern Cross», hasta el trabajo imaginativo de Tom Verlaine con la guitarra en cuatro tracks y los trinos producidos en «Ravens» por la hermana de Patti, Kimberly, en la mandolina.

«Tenía dos opciones -dijo Patti entonces-: pensar en Fred, mi fallecido compañero, y entregarme a un mar de desconsuelo total, u optar por lo positivo, por esa alegría que él emanaba y por la confianza que me ayudó a desarrollar. He aprendido que, en lugar de concentrarse en la pérdida de las personas, es muy útil pensar en el privilegio que significa haberlas conocido y tratado”.

El positivo punto de vista de Smith resultó patente cuando se presentó en el Central Park de Nueva York una calurosa noche de julio de 1995 ante diez mil personas. En compañía de Lenny Kaye, del bajista Tony Shanahan y de su hermana Kimberly Smith en la guitarra acústica, resultó una reunión intensa entre Patti y su público, que incluía desde yuppies y ex punks entrados en años hasta jóvenes hiphoperas y tipos con pelo verde que apenas estaban aprendiendo a caminar en la época punk de Smith. «Nueva York siempre ha sido la ciudad más amable para mí –ha comentado Patti–. Esa noche, la respuesta me llenó los ojos de lágrimas».

Una de las personas que influyó en su decisión de volver a las salas de concierto fue Bob Dylan. La invitó a abrir para él durante la breve gira que realizó por la costa oriental de los Estados Unidos. Patti recurrió, por supuesto, a la guitarra de su amigo musical Lenny Kaye y a la batería de Jay Dee Daugherty. También llamó al guitarrista de Television Tom Verlaine, al bajista Tony Shanahan y al tecladista Luis Resto. Se hicieron llamar Patti Smith & Friends.

Abrió para Bob Dylan en el Beacon Theater de Nueva York en diciembre de 1995. Luego, después de 40 minutos del concierto de Dylan, Smith se unió a él para una versión a dúo de «Dark Eyes», que probablemente figura entre las interpretaciones más inspiradas de ambos músicos.

«La oportunidad de cantar con él fue uno de los momentos más preciosos de mi vida», ha indicado Smith. La música de Dylan, de hecho, le ayudó a sobrellevar los difíciles días después de la muerte de su esposo. «Toqué World Gone Wrong [el álbum de 1993 de Dylan] una y otra vez. Fue la música temática de mi vida en ese momento. De hecho, inspiró muchas canciones de Gone Again. Por escucharlo empecé a escribir canciones otra vez yo misma».

En el aspecto musical el disco cubre un amplio terreno, con el agregado de elementos de folk y World music. Entre los invitados figuran el mencionado Jeff Buckley (voz al final de «Beneath the Southern Cross» y laúd egipcio en «Fireflies»), la cellista Jane Scarantoni y la hermana de Patti, Kimberly. La versión de «Wicked Messenger» de Bob Dylan forma parte de su eterno homenaje al cantautor, su ídolo confeso.

Tras ello llegó el álbum Peace and Noise (Arista Records, 1997). Patti Smith escuchaba voces. Eran las voces del pasado inmediato, las sombras persistentes de sus héroes y seres queridos, de Allen Ginsberg y William Burroughs y todos los ángeles de la desolación que salieron de su vida demasiado pronto.

La muerte aún rondaba a Smith en Peace and Noise. Sin embargo, el trauma la empujó hacia un mensaje de amor endurecido, a la vez tormentoso y lleno de presagios, de manera muy semejante a como le sirvió de impulso la rebelión juvenil del sexo y el ruido en los años setenta.

La sencillez temática de la vida de Patti Smith es casi poética: discípula de los beats, de Rimbaud, de Dylan y los Rolling Stones, esta “chica” del sur de Nueva Jersey se topó con su destino en las calles de Nueva York. Ayudó a reinventar el rock en cuanto marco para una revuelta audaz de carácter incluso literario, como todavía se encuentra en personajes de la escena rockera más avanzada de la Urbe de Hierro

Peace and Noise apenas era el tercer álbum grabado por Smith desde su “retiro” en 1979, y el primero que no cargaba con el peso de su propio lanzamiento en cuanto suceso. El resultado fue un regreso íntegro a la gracia y la fuerza despreocupadas de su mejor obra temprana.

A sus casi 52 años de edad, de entonces, ni la ejecución ni el mensaje de Smith estaban cansados ni habían perdido actualidad. De una manera extraña, quizá, las prolongadas ausencias que precedieron el disco Gone Again de 1996 conservaron el espíritu original de su música, el cual tal vez se hubiera vuelto rancio de haber ella tratado de mantener su presencia durante la era reaganiana de los años ochenta.

Se encuentra madurez sin atrofia en las guitarras lentas y pesadas de Lenny Kaye y Oliver Ray en la pieza lúgubremente esperanzada “Waiting Underground”. La declaración no era tan revolucionaria como su álbum Horses lo fue en 1975, cuando el término “punk” significaba más que “pop neandertal”, pero los tiempos eran otros y lo más probable es que nadie se acercara tanto como ella.

La reaparición profesional de Smith con el disco áspero y profundamente triste Gone Again estuvo inspirado en la muerte de varios de sus seres queridos. En Peace and Noise, Smith continuaba de luto, ahora por la reciente desaparición de sus mentores beats (el álbum se dedicó a la memoria de William S. Burroughs y Allen Ginsberg), y su homenaje no sólo consiste en mencionar sus nombres.

La obra a la que ellos dieron comienzo a mediados del siglo estaba honrada por la recitación hecha por Smith con tono de trance de un texto de Ginsberg en “Spell”. En una improvisación épica de diez minutos llamada “Memento Mori”, el grupo recorre caminos retorcidos hasta desembocar en una atmósfera tensa de amplios horizontes mientras Smith narra una parábola de Vietnam (“…y Johnny nunca llegó marchando a casa… ¡Se les recuerda!”) que asimismo puede interpretarse como una declaración de amor por sus propios compañeros caídos.

En gran parte, el álbum participaba de la grandeza basta de la temprana obra de Smith. No obstante, también contaba con algunos toques sorprendentes, como el folk urbano countrificado de “Blue Poles”, producido por Kaye en la guitarra pedal steel y por el baterista J.D. Daugherty en la armónica. Otra prueba más de que Gone Again no había sido una obra de la casualidad, producto de una inspiración momentánea o de la nostalgia. Patti Smith había vuelto entera para quedarse.

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