593. Beatles for dummies (II)

Por Sergio Monsalvo C.

A Hard Day’s Nigh (La Noche de un día difícil, de 1964) es la magnífica continuación del grupo, pero ahora sólo con temas propios de Lennon-McCartney. La inmediatez, la energía y la inocencia siguen intactas. El contagioso ritmo y la vibrante actitud de los cuatro de Liverpool se expanden con asombrosa gracia entre la juventud mundial. Toda la espontaneidad de su música se apoya en su novedosa presencia: el pelo, las camisas blancas, los trajes, la imagen aseada y sutilmente irreverente. Nace el fenómeno beatle. La historia los espera. Y para atestiguarlo estuvo la cinematografía.

Parámetro indiscutible de ello fue la película de 1964 A Hard Day’s Night (La noche de un día difícil, en español) cuya importancia ofrece muchas lecturas entre las cuales he escogido tres para hablar de un icono cultural que cumple casi 60 años de haber aparecido: El contexto beatle, la elección de Richard Lester como director de la misma y su soundtrack, transformado en álbum.

El desembarco de los Beatles en tierras estadounidenses lo revolucionó todo, literalmente. Su presentación el 9 de febrero de 1964 en el célebre programa televisivo Ed Sullivan Show fue vista por más de 73 millones de espectadores, un récord de audiencia nacional en la Unión Americana.

La pieza “I Want to Hold Your Hand” acababa de alcanzar el número uno en las listas de popularidad del Billboard. La histeria que ya se vivía con ellos en el Reino Unido cruzó hacia el otro lado del Atlántico. Fue el disparo de salida a lo que luego se conocería como la “Invasión Británica” (La Ola Inglesa), un fenómeno socio-musical inédito.

Los Beatles lideraron la llegada posterior al mercado y a la sociedad estadounidense de jóvenes e irreverentes grupos británicos como The Rolling Stones, The Who, The Animals o The Dave Clark Five, , cambiando con ello el aspecto y las aspiraciones del rock. Y con las de éste, muchas otras más. De tal forma la “beatlemanía” comenzó la conquista del mundo.

Vino la hechura de dos LP’s (uno que sería para el soundtrack de su primer largometraje entre el 25 de febrero y el 2 de junio y, el otro, Beatles for Sale, entre el 11 de agosto y el 26 de octubre, para finalizar el año), dos EP’s (con “All My Loving y “Long Tall Sally”, en febrero y junio, respectivamente) y la filmación de la película A Hard Day’s Night, durante el verano.

Para la realización de ella eligieron al director Richard Lester. A este psicólogo, músico y director cinematográfico, nacido en Filadelfia, en 1932, sus inquietudes artísticas lo llevaron con acierto intuitivo hacia Inglaterra para trabajar en la televisión y en publicidad. Sus muestras de humor fresco, irreverente, cínico y burlón, despertaron la admiración de John Lennon y Paul McCartney, quienes convencieron años después a su mánager de que fuera Lester quien los dirigiera.

Esta comedia musicalizada, hecha como falso documental, tomó vuelo en base a dos puntos: el irrefrenable encanto natural de los Beatles y el espíritu lúdico del director, que los animó a improvisar y a jugar con el humor absurdo. El argumento (con mucha improvisación) sigue al cuarteto durante un día de su atareada vida donde les pasa de todo.

La gracia del filme -aquello que lo ha mantenido fresco- es que se trató de un llamado a la espontaneidad y al uso de un nuevo lenguaje cinematográfico tanto como del lenguaje cotidiano de George, John, Paul y Ringo. Dicha “espontaneidad” se debe también a Alun Owen, el guionista del largometraje que hizo su trabajo de manera excepcional con el manejo léxico de aquellos jóvenes de Liverpool, incluyendo las expresiones lingüísticas de Ringo que dieron origen al título mismo de la película.

A Hard Day’s Night no sólo sacudió todos los cimientos del cine de la época, sino que fue el origen de la estética del videoclip, inventando una fórmula revolucionaria de lograr una conjunción entre la música y las imágenes que todavía sigue vigente después de seis décadas (un electrizante sentido del ritmo).

Su modernidad no ha envejecido. Fue el ejemplo de la cultura Pop, dinámica y sin complejos, que ofreció un paso significativo en la renovación del lenguaje, musical, plástico y por supuesto cinematográfico.

Esta cinta es divertida, anárquica, moderna, adelantada a su tiempo y deja al espectador entusiasmado y contento. Resistió el tiempo y creció. Recibió excelentes críticas desde su estreno mundial en el London Pavillion en Picadilly Circus (Londres) el 6 de Julio de 1964. El siguiente y veloz paso era la aparición del soundtrack de la cinta. Eso fue cuatro días después: el 10 de julio.

A Hard Day’s Night fue el disco de la consolidación del Cuarteto de Liverpool como fenómeno musical y social en el planeta. Grabado entre enero y junio de 1964, este tercer trabajo de los Beatles se fraguó de forma extraordinaria en medio del espectacular ajetreo vivido entre aterrizar en los Estados Unidos y la filmación de su primera película. Dos hechos que marcaron un antes y un después en la historia del grupo y, por consiguiente, de la música popular.

Presionados por los plazos de la compañía discográfica, se embarcaron en una carrera contrarreloj en la que la grabación del disco en los estudios Abbey Road competía con la de la película homónima. La compañía invirtió mayormente en la hechura del disco, más motivada por las ventas del soundtrack, cuyas canciones se incluyeron en el lado A del álbum.

Contenía las siete canciones que aparecían en la película («A Hard Day’s Night», «Tell Me Why», «I’m Happy Just to Dance with You», «I Should Have Known Better», «If I Fell», «And I Love Her», y «Can’t Buy Me Love»). Más cinco temas escritos exprofeso para complementarlo (“Any Time At All”, “Things We Say Today”, “When I Get Home”, “You Can’t do That, “I’ll Be Back”). Asimismo, incluía «I’ll Cry Instead» que, aunque había sido compuesta también para la cinta, finalmente se excluyó de ella en el último momento.

El Álbum (original) y la cinta anexaban también cuatro versiones instrumentales de algunas canciones («And I Love Her»/«Ringo’s Theme (This Boy)», y «A Hard Day’s Night»/«I Should Have Known Better»), acreditadas a George Martin (el productor) y su orquesta.

El LP de la banda sonora, fue el primero compuesto en su totalidad con canciones originales (sin una sola versión). Conserva la esencia de las primeras piezas («de-menos-de-dos-minutos-y-medio»), pero al mismo tiempo deja entrever lo que habría de llegar en el futuro inmediato.

Siete meses les bastaron, después, para componer las ocho canciones (y los arreglos para las seis versiones incluidas) que aparecerían en el siguiente disco, Beatles For Sale, que también se convirtió en un éxito de ventas instantáneo. La fiebre por el grupo ya era patente, una auténtica pandemia a un lado y otro del Atlántico. Un tiempo vivido entre la vorágine y la explosión del talento.

Con este disco, empiezan a aparecer los primeros síntomas de buscar nuevos horizontes artísticos en sus principales compositores. Los Beatles cuando hicieron la gira por Estados Unidos conocieron a Bob Dylan quien fue una influencia directa de Lennon, que admiraba la psicología más adulta y madura de sus letras. El tema I’m a Loser, es un buen ejemplo de ese cambio de perspectiva. Lennon se abre al mundo menos inocente de Dylan y entra en la vía de nuevas fórmulas compositivas.

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