558. Bob Dylan 80-12: Cantor navideño

Por Sergio Monsalvo C.

Los festejos navideños desde principios del siglo XX dejaron de ser religiosos en exclusiva para transformarse en culturales, en general. Hoy abarcan diversos aspectos que se han enriquecido a través de la historia con infinidad de expresiones culinarias, literarias, pictóricas y musicales.

Las manifestaciones de esta última cumplen casi un siglo de aparecer puntualmente con la temporada. Un producto de consumo que a veces se crea bajo conceptos estéticos con mayores pretensiones y de esta manera alcanza el grado de clásico.

El rock no se ha sustraído a ello y cuenta en su repertorio con muchos ejemplos en este sentido. El de Bob Dylan, es uno de los sobresalientes, por varias razones.

Primeramente, por ser Dylan, por tratarse de un Premio Nobel; por ser un personaje icónico de la cultura contemporánea; por significarse como una rareza; por estar integrado por música no compuesta por él, y por la intención humanitaria como incentivo para su compra y escucha.

BOB DYLAN

CHRISTMAS IN THE HEART

(SONY)

A pesar de todo los bardos aún existen. Y algunos insisten en contar historias, vivencias, leyendas, pensamientos, visiones, verdades y cantos tradicionales.

Insisten, quizá, porque intuyen que la misma velocidad con la que ahora se trasmiten las noticias deforma la experiencia humana al sacarla de su contexto, al saturar la conciencia con hechos inconexos y distorsionar las palabras a su antojo.

O, insisten, porque saben que la música es el único medio capaz de retener y reproducir la utópica inocencia de un encuentro primigenio entre las personas, como la Navidad. Y ésta le ha dado pie a un bardo como Bob Dylan para hacer dos cosas importantes.

La primera, sacar a la luz una colección de temas alusivos a la temporada con su personal punto de vista musical (donde no falta su particular sentido del humor y con los mismos acompañantes tras la publicación de Together through Life: David Hidalgo y Phil Upchurch, por ejemplo), y donde queda plasmada, además, el paso del tiempo, con su oxidada voz.

Y, en segundo término, es una obra que además de musical conlleva la solidaridad humanitaria, al donar poeta y músicos los beneficios de las ventas del disco a una organización caritativa (Feeding America).

Dylan siempre ha hecho cantos por la paz, ha realizado compromisos con el otro, y sostenido una voz de ayuda para el necesitado. Los ejemplos sobran. En los comienzos de 1971, la guerra intestina en Pakistán dejó una cifra indeterminada de muertos (millones) y más aún de refugiados, mayoritariamente niños, perseguidos además por el azote de las epidemias y la desnutrición. Indiferencia del mundo, excepto de los rockeros.

Acudiendo al llamado de George Harrison, Bob participó en el primer concierto multitudinario destinado a recaudar fondos para esas víctimas. Se realizó el primero de agosto de aquel mismo año. El dinero recaudado se convirtió, vía la Unicef, en medicamentos, comida y agua no contaminada. Tiempo después apareció el álbum triple y la película que daba cuenta de tal Concierto para Bangladesh. Las regalías pasaron también al mismo fin.

Dylan dejó constancia de su presencia en dicho evento con otro de su himno, que ni pintado para el momento: “Blowin’ in the Wind”, en una versión considerada histórica por la emotividad que transmitieron a la letra sus acompañantes ocasionales: Eric Clapton, George Harrison, Billy Preston, Ringo Starr y Leon Russell.

Treinta y cinco años después el concierto se reeditó en DVD, con algunos plus (documentales, ensayos y más escenas de la reunión musical), entre los que destaca “Love Minus Zero/No Limit”, otra versión dylaniana para el Gran Archivo. La recavación de sus ventas, así como del doble CD adjunto, siguieron el camino ininterrumpido hacia aquella parte del planeta, un país de 138 millones de habitantes cuya mitad vive en la extrema pobreza.

Palabra y obra del cantautor comprometido con sus semejantes, pero no sólo ahí, ¿más ejemplos?: Live Aid, “We are the World”, Farm Aid, etcétera. A Dylan le duele el mundo.

Los discos clásicos navideños cuentan con el poder de los pequeños rituales para disfrutar mejor de los momentos. Como leer A Christmas Carol (“Cuento de Navidad”) de Charles Dickens, por mencionar alguno, acompañados con alguna música que corresponda a la temporada.

Pero no cualquier disco, sino alguno de los que realmente deben ser escuchados por su aportación a la poética de la cultura secular navideña.

El disco navideño de Dylan se ha vuelto clásico, por lo anteriormente mencionado, ha trascendido en el tiempo por sus innovaciones estilísticas, sus ideas de modernización y la influencia que ha ejercido en intérpretes posteriores.

Con estas emisiones navideñas recordamos a aquellos álbumes que, como el de Bob Dylan, gozan de las calificaciones estéticas necesarias, así como del gusto popular en ese sentido.

¡Felices fiestas!

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