524. Pop barroco: Universo en expansión

Por Sergio Monsalvo C.

El concepto del Pop Barroco forma parte de una larga tradición de la música popular contemporánea que se remonta a los años sesenta del siglo XX. Fue iniciado por Burt Bacharach, Phil Spector y Brian Wilson, entre otros.

Luego continuó desarrollándose en la Gran Bretaña donde lo llamaron English baroque (de los Zombies a Procol Harum, pasando por los Beatles y George Martin) y cuya progresión derivaría en el actual y cosmopolita pop de cámara, que es otra historia.

El estilo en que está construido este subgénero de la cultura rockera incluyó entonces (e incluye hoy todavía) elementos tanto instrumentales (como la incorporación del harpsicordio, el oboe, la flauta, el violín, el cello o el corno francés, entre otros artefactos).

Asimismo, a tal estilo se le suman los elementos de orquestación de la música clásica (básicamente del periodo barroco y del consecuente romanticismo).

Herederos de la veta descubierta por los músicos y compositores mencionados (Bacharach, Spector y Wilson), una gran cantidad de grupos de ambos lados del Atlántico se sumaron, desde la interpretación de un solo tema hasta discos completos.

Entre el enorme listado respectivo se encuentran desde los Beatles y los Rolling Stones, Beach Boys, Love, Bee Gees, Aphrodite’s Child, Beau Brummels, Procol Harum, hasta los Zombies, entre lo más destacado de este rubro.

Todos ellos le agregaron su ilustrado referencialismo, producto de una vasta cultura individual: poesía moderna, romántica y simbolista, literatura de entre siglos; pintura prerrafaelita, expresionista y abstracta; cinefilia (surrealista, nouvelle vague, musical y de época) y del pop musical de la época.

La mayor influencia pionera fue marcada por Phil Spector. Precursor del pop barroco. Creador de innumerables joyas musicales con las Crystals, Darlene Love, las Ronettes, los Blue Jeans, los Righteous Brothers, et al

Spector fue un generador del éxito instantáneo que le depararía una permanencia sonora eterna. Con él se erigió la leyenda del “Wall of Sound” (Muro de Sonido) y la de su prestigio como productor genial.

Él dotaba a las composiciones de su sonido (incluidas múltiples pistas de acompañamiento superpuestas para abrumar al oyente: inquietudes y emociones respaldadas con pop orquestal o con instrumentos propios de la orquesta misma).

Otro pionero de tal senda fue Brian Wilson, mente maestra de los Beach Boys,  quien causaría admiración en la obra de los propios Beatles (por las exquisitas voces, la brillantez de su producción, las posibilidades de mejores estudios de grabación, sin olvidar los imaginativos arreglos y las sublimes composiciones, que ya reflexionaban sobre el paso del paraíso juvenil a la madurez)

Lo que descubrimos hoy, al escuchar las aportaciones que hicieron a la postre distintos grupos, es el work in progress, la expansión de horizontes que ya realizaba el género a una década y media de haber nacido.

Lo hacía explorando delicadas orquestaciones, de impacto apabullante. Se trataba de un pop fantasioso, que en tiempos recientes se ha convertido en tendencia.

Con grupos como los mencionados –que un lustro después algunos lo llamarán incluso psicodelia— tal venero en el fondo era una extensión y evocación del trabajo de gente como Aaron Copland o George Gershwin.

Sin duda, Gershwin dotó a las canciones de grandes invenciones armónicas y fue pionero también en emplear ritmos del jazz en sus composiciones clásicas.

La conexión de Gershwin con Brian Wilson, otro maestro de los arreglos musicales (y hacedor de los monumentales Pet Sounds y Smiley Smile), por ejemplo, resultó más que interesante, productiva y enriquecedora.

Sirva tal hecho para reconocer la labor de estos dos hombres de la música que ahora además de estar unidos por su historia, enriquecieron a las generaciones posteriores, en periodos temporales distintos, dotando a la música popular de un cuidado mundo compositivo y del don de la melodía.

En el Pop Barroco las letras están llenas de pasión y sus delicadas melodías envueltas en unas producciones repletas de cuerdas, vientos y atmósferas románticas, que lo coronan como el epítome sonoro de las almas enamoradizas y del público dedicado a celebrar el amor y el desamor.

Dicha situación permite convertir un recital, un disco o una pieza del mismo, en una historia que contar, y donde se pueden variar las emociones dependiendo del estado de ánimo del intérprete y enseñarle al público lo que éste es y lo que ha sido.

Con ese estilo se puede cambiar la esencia de las armonías y con ello lo que ofrece es la posibilidad de una liberación sensual y de sostener una relación absolutamente emocional con el tema.

Las piezas del Pop Barroco resultan ser parte de uno de los subgéneros más difíciles en los cuales componer. Son como pedazos de cristal, así de frágiles y que, además, irán fraguándose lentamente en cada uno de sus creadores.

Esas canciones de amor pueden también ser de aventuras en las que cabe toda la experiencia del vivir. Pero encontrar esa canción llena de candor y tan ingenua como profunda es casi un milagro, como han comentado sus compositores.

El Pop Barroco es una gran herramienta para formar oyentes con oídos abiertos a cualquier experiencia. Habrá que tener en cuenta que éstos antes han escuchado repertorios heterogéneos, pero con poco o nulo acercamiento a las Toccatas de Bach, a Cage, a Mozart o a Beethoven, aunque estos últimos parezcan del dominio público.

Los intríngulis musicales de Debussy, de Varese o de Chaikovski, han sido también parte importante de tal experiencia que los ha hecho (o hace) conocidos (aún en fragmentos) gracias a la evocación de los músicos pioneros del Pop Barroco o del rock (en alguna de sus variantes progresivas) que profundizaron en ese trabajo de divulgación compositiva. De eso hace 60 años.

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