512. El beat de la identidad / II (2003-2004)

Por Sergio Monsalvo C.

2003

Ese año murió la oveja Dolly, primer mamífero clonado.

Comenzó la Guerra del Golfo en Irak.

Se constituyó en La Haya (Países Bajos) el Tribunal Penal Internacional.

El periódico The Boston Globe recibió el Premio Pulitzer por su cobertura de los escándalos sexuales de la Iglesia Católica en Los Estados Unidos.

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Nueva York, una vez más, aportó su cuota de calidad con el garage punk representado por la onomatopéyica banda de los Yeah Yeah Yeahs. La música de este grupo de la Urbe de Hierro era una mezcla de estilos retro complementados con el fuerte apoyo de las guitarras de extracto punk.

El fuerte guitarreo, los sonidos sintéticos y chillones, desvariados y la voz melancólica de su cantante, Karen O, caracterizaron el garage punk de esta banda líder. El indie rock, el rock alternativo, la psicodelia y el punk, adornaron con sus salpicaduras de brocha gorda los nuevos caminos del garage.

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En el nuevo álbum, Elephant, de los White Stripes venía contenido un tema extraordinario tanto por su sencillez como su primitivismo (concepto tan caro para el rock) que no sólo se convertiría en un clásico del género, sino también en un himno deportivo que sería cantado por el público, desde su aparición, en todos los estadios alrededor del mundo, para alentar al equipo o celebrar una victoria, su título: “Seven Nations Army”.

Pero en tal álbum no sólo vendría esa joya, sino un puñado de títulos que pasarían a formar parte del legado mayúsculo del dueto de Jack y Meg White. Vayan dos piezas como ejemplo: “In the Cold Cold Night” (cantada por Meg, con una vocesita frágil y melancólica) y una versión de Jack sobre un tema de Burt Bacharach (“I Just Don’t Know What to Do with Myself”) que antaño haría famoso la llorada cantante Dusty Springfield.

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Por su parte, Radiohead entró de nueva cuenta al estudio de grabación en el mes de abril del año anterior y con ello se anunció la hechura de un álbum que llevaría por nombre Hail to the Thief. Este sexto disco con Parlophone salió a la venta la primera quincena de junio del 2003 y tuvo como sencillo el tema “There There”, acompañado de un impresionante video que se puso en circulación el 26 de mayo de ese mismo año.

Al escuchar al grupo se cae en la cuenta de que el legado de Can y Neu!, sus influencias manifiestas, han resistido el paso del tiempo. Donde más se nota su huella es en el tratamiento que Radiohead hace del post-rock, con su rítmica y matices sonoros. Yorke mantiene la sensación de viajar por una carretera recién inaugurada cada vez que los evoca. Sin embargo, ése es sólo uno de los elementos que el grupo maneja a lo largo de otro álbum magnífico, tanto para los integrantes como para la historia del rock mismo.

2004

Fue el año en que Mark Zuckerberg creó el sitio Facebook.

En el 2004 la Unión Europea expandió su geografía y nexos con la inscripción de diez países miembros más: Polonia, Lituania, Latvia, Estonia, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Hungría, Malta y Chipre.

La mala noticia fue que George W. Bush fue reelecto como presidente de los Estados Unidos.

Tras una década de trabajo sólido y ejemplar como solista, por estética, estilo, actitud y por la frescura de cada uno de sus lanzamientos desde entonces a Björk, con la aparición de su álbum Medulla, se le podía ya definir como una artista total. Y una de las más singulares en el mundo, cabría decir. Escuchándola se podía confirmar que el arte no nace por generación espontánea. Todo forma parte de una cadena de influencias a las que el talento individual sintetiza y conduce a la excelencia. Eso era Björk en primera y última instancia.

Una artista islandesa cuya originalidad se había convertido en parámetro para los creadores en general. Aquí su exploración fue hacia la voz humana desde su manifestación primigenia y tribal hasta el coro etéreo y ambiental. Con este disco se ligó a la cadena que siempre ha pugnado por ir a la vanguardia.

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En la obra Funeral las canciones de Arcade Fire, grupo de pop orquestal, encabezado por el matrimonio integrado por Win Butler (cantante, guitarrista y pianista) y Régine Chassagne (ex vocalista de jazz, organista y mandolinista), se desarrollaron opulentas y a la vez suaves entre los extremos.

Lo hicieron desde un pop sencillo con textos naive, que indujo a seguirlo con las palmas de las manos, hasta una epopeya acompañada por un voluptuoso piano, además de las  guitarras, violines, cellos, glockenspiel, arpa y percusiones. Los miembros de esta banda crearon momentos sublimes, propios de un musical de Broadway o de un soundtrack para la pantalla cinematográfica. El grupo afincado en Montreal escogió el título para el disco durante las grabaciones, cuando murieron varios familiares de los músicos, a quienes se dedicó este álbum.

Real Gone fue, desde el momento de su aparición, un hito entre los discos de Tom Waits. Contiene dos de sus obras más sombrías y melancólicas: “Sins of My Father”, de diez minutos de duración, y “How It’s Gonna End”, una marcha fúnebre minimalista. En el otro extremo del espectro está “Shake It”, música producida por un instrumento rítmico de cuerdas defectuosas. O bien “Metropolitan Glide”, donde Waits armado de una sierra eléctrica disecta y vuelve a armar de manera experta a James Brown.

Tal rompecabezas se deberá aprender a escuchar por su naturaleza oscura, la garantía del carácter lowlife y el aroma del blues astroso. Música de un hombre que no se anda con rodeos y que del mundo conoce en profundidad el crujido de sus vísceras. Waits sigue los pasos de un alquimista al intentar la transformación del hombre en su propio grito. Pero de todas maneras sigue siendo el Waits de siempre, el gran crooner cabaretil y sabiondo que como detalle acústico incluye los chillidos de un perro atropellado, mientras en primer plano late el rock puro y llano, reproducido con unos antiguos amplificadores de garage.

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