743. Bill Haley: Un cometa centenario
El nombre de Bill Haley está ligado al surgimiento del rock & roll, indisolublemente, por varias razones. Haley fue anteriormente a sus éxitos intérprete del country y varios de sus derivados, como el western swing. Adoptó el naciente estilo del rock & roll al grabar con su grupo, The Saddlemen, en 1951 una versión del tema «Rocket 88» de Ike Turner, (canción considerada la primera grabación de rock and roll de la historia).
El nuevo estilo llevó al músico a cambiar el nombre de la banda en 1952, adoptando el de Bill Haley and His Comets (o sus Cometas, en español) debido a la similitud entre el apellido del líder del grupo y el famoso cometa Halley. Bajo el nuevo nombre grabaron dos temas de rhythm and blues de los años 40, «Rock the Joint», fue el primero. Y el segundo de estos temas fue: “Rockin’ Chair On The Moon”.
En 1953, Haley tuvo su primer éxito en los Estados Unidos con una canción titulada «Crazy Man, Crazy», una frase que Haley dijo oía decir a su público adolescente. «Crazy Man, Crazy» fue la primera canción de rock and roll en ser televisada por una cadena nacional y en entrar a las listas del Billboard bajo el rubro de rock & roll (el 20 de junio en casillero número 12).
A comienzos de 1954, dejó el sello Essex por el más importante Decca Records de Nueva York. El 12 de abril, en su primera sesión para su nueva disquera, Bill Haley y sus Cometas grabaron «Rock Around the Clock». Se trató del más grande éxito de Haley y una de las canciones más importantes de la historia del rock and roll.
Inicialmente «Rock Around the Clock» fue un éxito modesto. En su momento fue mucho más importante su versión de «Shake, Rattle and Roll», grabada a comienzos de 1954, con la que vendieron un millón de copias, anticipando el estallido que la banda tendría al año siguiente. A fines de 1954, Haley grabó un nuevo hit, «Dim, Dim The Lights».
Estos éxitos impulsaron a algunos DJs, entre ellos a Alan Freed, a redescubrir y difundir anteriores grabaciones de la banda, entre ellas «Rock Around the Clock» y “Thirteen Women”
El 25 de marzo de 1955 se estrenó la película Blackboard Jungle (Semilla de maldad, en la traducción al español), en la que Bill Haley y sus Cometas interpretan “Rock Around the Clock” en los créditos finales de la misma. El impacto fue masivo en todo el país (y a la postre en el mundo): el tema se convirtió en Nº1 en las listas estadounidenses y se mantuvo en ese lugar por ocho semanas.
No fue el primer tema en ser grabado, ni escuchado como rock & roll (fue “Rocket ’88), ni el primero como tal en entrar en la parte alta de las listas de popularidad (logro de “Crazy Man Crazy”), ni Haley fue el primero en tocarlo (la banda Sunny Dae and His Knights, lo hizo un año antes). Pero le correspondió el honor de ser la primera canción del género en llegar al primer lugar de tal listado con Haley, debido al volumen de sus ventas y en ser insertada en aquel soundtrack que los volvería mundialmente famosos a ambos.
A Bill Haley le gustaba mirar al cielo. Lo hacía de niño en su natal Michigan (donde nació el 6 de julio de 1925) y luego en Pensilvania, cuando su familia tuvo que emigrar debido al azote de la Gran Depresión en los Estados Unidos (una crisis económica que comenzó alrededor de 1929 y se extendió hasta finales de la década de los años treinta o principios de los cuarenta).
Miraba al cielo desde el techo de su casa donde se refugiaba para paliar el hambre que sentía debido a la escasez generalizada y al desempleo de sus padres en particular (tocaban el banjo y el piano, respectivamente en grupos musicales), lo hacía para distraer al estómago. Observaba la luna y las estrellas, las fugaces que en aquel entonces se podían distinguir claramente.
Recordaba siempre, en esos momentos, todo lo que había leído sobre el famoso cometa Halley. El cual se podía avistar desde la Tierra cada 75 años aproximadamente y cuya última “visita”, en 1910, aún era motivo de especulación para los científicos y astrólogos y de fascinación para él. (En aquel año, el pasó del cometa estremeció a miles de personas luego de que un astrónomo declarara que las colas de los cometas contienen un gas mortal llamado cianógeno. Mucha gente esperaba todavía una secuela del fenómeno).
Fue una costumbre que se le quedó durante el resto de su vida y donde estuviera, ya sea con un vaso de whiskey en la mano –primero– o con una botella de lo mismo a la postre, les preguntaba confundido dónde se había extraviado su mente. La astronomía siempre estuvo ligada a él desde el principio, hasta el fin y en la posteridad.
Cuentan que mientras estuvo en México –donde pasó largas temporadas durante los años sesenta y setenta en un primer retiro; y donde siempre era bienvenido– y cuando las oscuridades del alma lo embargaban y sumían en depresiones endiabladas, sus amigos mexicanos lo llevaban a que lo tratara una connotada curandera que oficiaba cerca de la ciudad de Cuernavaca.
La primera vez que lo vio ella le dijo que era un querubín: por su cara angelical y rolliza, por el rizo que caía sobre su frente. Le señaló que el suyo no era este mundo sino otro, diferente, y que ahora estaba en éste por equivocación y por eso vivía con el dolor de la nostalgia y por eso miraba al cielo en busca de su hogar perdido.
Ella le comentó que no sabía cómo regresarlo allá pero sí cómo paliar un poco su dolor y tristeza. Le recetó hierbas y menjurjes para hacerlo. Bill estuvo en calma durante ese periodo en México, muy activo y actuando entre dos aguas: el rock and roll y el twist.
Bill Haley y sus Cometas (como nombró al grupo, en referencia al cometa aquél que se asemejaba a su apellido y con el cual había logrado ser el primer blanco en introducir al r&r en las listas de popularidad estadounidenses con el tema “Crazy Man, Crazy”, en 1953)
Después de muchas presentaciones y muchos discos grabados con aquel sello [Twist y Bikini Twist (1961), Twist Vol. 2 y Twist en México (1962), Madison y Carnaval de Ritmos Modernos (1963), Surf Surf Surf (1964), Whiskey a Go-Go y Bill Haley a Go-Go (1966)], Haley y sus Cometas se fueron de nuevo a rodar por el mundo. Bill recayó en sus brumas, comenzó a beber más y a tener una conducta cada vez más errática.
Durante diez años permaneció más o menos así hasta que a mediados de los setenta se le detectó un tumor cerebral. Hubo tratamientos, entradas y salidas de hospitales, pero nada, sólo más largas permanencias en el techo de su casa mirando ebrio a las estrellas, acompañado de una botella, con las ventanas de su casa pintadas de negro y la locura instalada dentro de ella. Bill Haley se perdió por completo dentro de su cabeza, el tumor resultó inoperable y el dolor cada vez más grande.
Finalmente murió así, una madrugada de febrero (la del 9), el mes más pérfido, del año 1981. Un cuarto de siglo justo de haber aparecido en el firmamento de la escena musical bajo el nombre de un cometa fugaz y a un cuarto de siglo de que un asteroide (el 79896) fuera bautizado con su nombre por la Unión Astronómica Internacional. Quizá el lugar del que se había extraviado.