640. Patti Smith (VII) Canto de supervivencia

Por Sergio Monsalvo C.

Entonces el destino atacó. Patti Smith se enteró de que su antiguo amigo y compañero, el fotógrafo Robert Mapplethorpe, agonizaba de sida en Nueva York. Lo buscó y estuvo junto a él hasta su muerte a finales de 1989. Pero el dolor no terminó ahí, porque también murieron, uno tras otro, su tecladista Richard Sohl (en 1990) y finalmente, sin tiempo para recuperarse, también su marido Fred «Sonic» Smith, en noviembre de 1994, debido a una insuficiencia cardiaca a los 44 años de edad.

El golpe fue duro. Acababan de terminar varias nuevas canciones para un álbum y planeaban fundar un grupo, con Fred en la guitarra. ¿Ahora qué? Patti completó el texto de «Gone Again», la última canción escrita por Fred y, como parte del proceso de asimilar la nueva situación, empezó a escribir otras, ahora con todo y música.

Durante los últimos meses de su vida, Fred Smith enseñó a su esposa a tocar la guitarra. «Realmente quería poder escribir mis propias canciones y sólo sabía tocar sonidos, responder ??ha explicado Patti–. Quería aprender los acordes para poderme sentar a escribir líneas melódicas. Fred me daba clases de guitarra todas las noches después de que los niños se acostaban. Me costó trabajo, pero él era muy paciente. Me enseñó un acorde tras otro y cómo estructurar las canciones».

Al morir, Smith ya había empezado a hacer planes para la siguiente grabación de la pareja. «Fred quería que sacáramos un disco de rock ??ha indicado??. Yo no quería, porque empezaba a escribir canciones en la guitarra acústica y me sentía más bien reflexiva. Pero Fred era optimista: realmente opinaba que el rock se me da».

Después de la muerte de su esposo, el hermano menor de Patti, Todd ??quien formó parte del equipo del Patti Smith Group en los setenta, como road manager–, llegó a auxiliarla. «Se encargó de todo. Me ayudó a levantarme –ha señalado Patti–. Dijo: ‘Lo lograrás, saldrás de ésta, la gente te ayudará, te hará sentirte mejor. Yo estaré contigo.’ Y luego falleció a los pocos días de decirme eso».

No obstante, la resurrección siempre le ha servido de tema. Junto con el guitarrista original del Patti Smith Group, Lenny Kaye, el baterista Jay Dee Daugherty, su amigo (y ex miembro de Television) Tom Verlaine y otros más, Smith dedicó 1995 a terminar los temas y a grabar, en 1996, Gone Again, su primer álbum en ocho años, una colección de canciones urgentes y emotivas que plasman su tristeza, su lucha y su intensa voluntad por sobrevivir.

Además, publicó The Coral Sea (W. W. Norton, 1996), un extenso poema imaginista en prosa dedicado a Mapplethorpe. Y a lo largo del año volvió a presentarse en conciertos, con una aparición sorpresa en el festival de Lollapalooza el verano y una participación como abridora en la gira de diez fechas realizada por Bob Dylan.

Curiosamente, el track que da el título al álbum se agregó en el último momento. «Fred y Patti trabajaron en ‘Gone Again’ el verano antes de su muerte –cuenta Lenny Kaye, quien coprodujo el álbum junto con Malcolm Burn–. Sin embargo, perdimos la cinta y armamos el disco sin ella. En el último momento, Patti se sentía agitada un día; caminaba por la casa, inquieta. Abrió un cajón y apareció la cinta de ‘Gone Again’, como por arte de magia. La grabamos rápidamente y de súbito se convirtió en el pegamento que fijó todo lo demás en su lugar».

Kaye mezcló el track con una grabación provisional de Fred Smith cantando la melodía, que se escucha al fondo de la canción terminada como una especie de canto monótono primario.

La génesis de la lúdica y animada «Summer Cannibals» data de los días de Fred Smith como líder de la Sonic’s Rendezvous Band en los setenta. «Escribió una parte, pero nunca la grabó –recordaba Patti??. Como en ‘Gone Again’, tenía el título y la música y me contó el concepto. Cuando yo la canto, es como si fuera él: la actitud que expresa hacia la industria musical es suya, aunque también yo he tenido mi probada de ese estilo de vida. Para Fred, la industria era gente metiéndose carretadas de drogas y champaña, la promesa de fama y dinero, sólo para no dejar de trabajar y para que otros puedan ganar cantidades gracias a su esfuerzo. Fred veía el viaje hacia la fama, que conoció cuando era más joven, como algo muy destructivo. Es peligroso trabajar para ese tipo de objetivos: la fama y la fortuna se vuelven contra uno. Si algo tiene de oscuro el álbum es esa canción. Sin embargo, tiene cierto sentido del humor cuando yo la canto, porque sobreviví a todo eso. No tuvo un final desdichado para mí. Es una canción de supervivencia».

Efctivamente, en 1996, le había llegado el momento. Con dos integrantes del antiguo Patti Smith Group, el guitarrista Lenny Kaye y el baterista Jay Dee Daugherty, acompañados por los guitarristas Tom Verlaine y Oliver Ray, el bajista Tony Shanahan y el tecladista Luis Resto, Patti se concentró en el estudio.

El productor Malcolm Burn y Lenny Kaye cuidaron la calidad del sonido, y apareció así Gone Again, el disco (Arista/BMG, 1996); antes que nada, un conmovedor y fascinante tributo, un disco muy profundo en el que Patti salda cuentas con el dolor de haber perdido a su marido Fred «Sonic» Smith, su hermano Todd, su tecladista Richard Sohl y su antiguo amigo y compañero, el fotógrafo Robert Mapplethorpe. Demasiadas muertes juntas.

La elección era suya y su poesía y música tuvieron la fuerza para cumplirle. El álbum resultó intenso de principio a fin. «Quería crecer como artista para poder entregar un mejor trabajo –ha afirmado–. No soy muy productiva al escribir canciones. Por eso, cuando tengo algo qué dar, quiero que sea de valor. Existen ya muchísimos libros, cuadros y discos. No quiero agregar la enésima obra mediocre a todo eso. Espero que lo que hago tenga valor, porque ya hay suficiente contaminación ambiental. Además, cuando se saca un disco hay que ser responsable de él, puesto que se está reclamando una hora del valioso tiempo de alguien, una hora de su vida; que sea, en todo caso, una hora valiosa».

La cantante no firmó sólo los textos, sino también como tres cuartas partes de la música. La canción del título y «Summer Cannibals», que apareció como sencillo, eran piezas del desaparecido Fred Smith, dos temas con sendas y poderosas declaraciones sobre las raíces y la lucha.

«About a Boy» es la oda que Patti dedicó a otro muerto querido: Kurt Cobain: «Desde la dulce furia del caos/ desde la calle profunda y desolada/ hacia otra clase de paz/ hacia el gran vacío…». «My Madrigal», por su parte, con su atmósfera clásica, es en gran medida de carácter autobiográfico, al igual que la canción final «Farewell Reel», dirigida directamente a Fred.

En el aspecto musical cubre un amplio terreno, con el agregado de elementos de folk y world music. Entre los invitados figuran Jeff Buckley (voz al final de «Beneath the Southern Cross» y laúd egipcio en «Fireflies»), la cellista Jane Scarantoni y la hermana de Patti, Kimberly, en la mandolina («Ravens»). La versión de «Wicked Messenger» de Bob Dylan es un poco parte de su eterno homenaje al cantautor, su ídolo confeso.

En cuanto a su seriedad y temática, el disco hace pensar en Magic and Loss de Lou Reed, pero también en Grace de Jeff Buckley. Hay muy pocos álbumes y artistas de este calibre. El disco Gone Again fue el comeback más que logrado de una apasionada portadora de la antorcha del rock como lenguaje universal.

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