606. Beatles for dummies (V)

Por Sergio Monsalvo C.

Ken Kesey fue un escritor estadounidense al que solían llamar “El Profeta”, pero sobre todo fue un psiconauta. Para poder escribir su primera novela se inscribió como conejillo de indias en los primeros experimentos clínicos que se hicieron con sustancias psicoactivas. Con dicho material lanzó en 1962 One Flew Over The Cukoo’s Nest (Alguien voló sobre el nido del cuco, en su traducción al español, y con el título de Atrapado sin salida, fue llevada al cine por Milos Forman).

A partir de dichos experimentos la vida de Kesey se convirtió en un apostolado, cargado de humor. Creó para ello a los Merry Pranksters, un conglomerado de simpatizantes con los que recorrió los Estados Unidos a mediados de los sesenta a bordo de un autobús y realizar sus famosos acid-test (“viajes” lúdico-espirituales).

A dicho autobús lo pintaron de colores y lo bautizaron como Further (Más allá). Kesey lo llenó de gente variopinta y un equipo de filmación que dejaría constancia en imágenes. Tal aventura fue un caos fílmico total. El material quedó arrinconado. Tiempo después, los directores Alex Gibney y Alison Ellwood lo rescataron para componer la cinta Magic trip, documental de hora y media de duración que fue estrenado en el año 2011. Los músicos psiconautas han estado en todas las épocas desde entonces. Los Beatles lo hicieron en Magical Mystery Tour (y en varias piezas clave).

MAGICAL MYSTERY TOUR

Magical Mystery Tour fue la tercera película protagonizada por los Beatles. En realidad, se trató de un programa especial de una hora de duración que fue emitido a través de la cadena BBC TV el 2 de diciembre de 1967. En ese entonces no fue muy bien recibida ni por la crítica ni por el público. Sin embargo, el tiempo y la perspectiva le han dado su lugar y actualmente es considerada una película de culto y ejemplo de la estética psicodélica, como lo es también Magic Trip.

La idea original surgió en el propio seno del grupo. No contó con un guión definido, y más bien se creó espontáneamente a través de una colección de ideas escritas a mano, sketches y situaciones improvisadas. Lo fundamental de la situación era colocar a un grupo de gente en un autobús británico para realizar una tour por el país. Y lo concreto estaba enfocado en accionar del señor Richard Starkey (Ringo) y su tía Jessie Starkey (Jessie Robins) recientemente enviudada.

Los otros miembros del grupo iban revueltos con otros pasajeros. Durante el transcurso del viaje, «extrañas cosas comienzan a suceder» a capricho de «cuatro o cinco magos», de los cuales cuatro son representados por los propios Beatles y el quinto por su road manager Mal Evans.

Durante el recorrido, todo mundo manifiesta un comportamiento excéntrico y con actividades poco convencionales. En medio varias actuaciones del grupo interpretando nuevas canciones, con imágenes alusivas como “I Am the Walrus”, “Blue Jay Way” y Strawberry Fields Forever”, entre ellas. En fin, un delirante filme que reflejaba el espíritu de la época. Los Beatles asumieron el mal recibimiento y continuaron su camino. Se irían a la India y regresarían con un cúmulo de experiencias y nuevas canciones que serían el componente de The Beatles (The White Album).

THE BEATLES (WHITE ALBUM)

La fecha fue el 9 de noviembre. Se publicó el White Album, cuyo nombre oficial era simplemente The Beatles. Tras la fantasía que representó el Sgt. Pepper’s, decidieron volver a sonar como un grupo de rock. Para ello aprendieron a manejarse en mesas de ocho pistas, en los estudios Trident (EMI se tomaría su tiempo en adoptar la nueva tecnología).

La gran experiencia fue la estancia en el norte de la India, en el pintoresco centro del Maharishi Manesh Yogi en Rishikesh; Lennon y McCartney se decepcionarían de tal hecho, para consternación de Harrison, el único que se comprometió con aquellas creencias orientales.

De todas formas, John y Paul aprovecharon el tiempo para componer sin parar, ironizando incluso sobre las muy terrenales tentaciones del gurú. A la vuelta, en un ambiente de camaradería y colaboración, hicieron las maquetas de 27 temas en clave acústica. Sería la última vez.

Había algo que no cuadraba del todo. Tras la muerte en 1967 de su descubridor, Brian Epstein, no había nadie capaz de controlarlos si fuera necesario. Se embarcaron en la creación de Apple, un experimento empresarial que terminó en desastre financiero.

Según avanzaba 1968, el concepto de grupo comenzaría a resquebrajarse. Se distanciaron hasta físicamente: Paul pasaría temporadas en su remota granja de Kyntire, en Escocia. Luego, para sorpresa general, John introdujo en las sesiones de grabación a su nuevo amor, Yoko Ono, rompiendo un pacto tácito. Entonces, la entrometida quiso participar, opinar y cantar. Hasta el afable Ringo Starr se hartó y dejó el grupo durante unos días.

Dicho ambiente tenso se notaría en la naturaleza fragmentaria del nuevo disco, cada cual empezó a funcionar por su cuenta, por ego y conveniencia. El menos ambicioso creativamente, Ringo, se sintió humillado al encontrarse con partes de batería grabadas por McCartney. Este, mucho menos diplomático de lo que aparenta, también siguió alimentando el resentimiento de Harrison al mostrarse displicente con sus aportaciones. Y el líder nominal del cuarteto, Lennon, parecía más interesado en aventuras lisérgicas junto a su novia, que en la naturaleza de su trabajo.

El resultado final fue un disco fragmentario, que incluía rock duro y experimentaciones, bromas y confesiones crudas, ejercicios de estilo y explosiones viscerales, melodías elegantes y un collage dadaísta (el fascinante Revolution 9). A todo esto, eran conscientes de que estaban bajo la atenta mirada del mundo: Lennon cantó diferentes tomas de “Revolution”, alternando entre la invocación de un cambio de mentalidad y la revuelta violenta.

Al mismo tiempo, se trataba de un disco liberador para sus coetáneos: una invitación a atreverse con todo. Sus colegas entendieron que los Beatles se desprendían de su imagen anterior para explorar rincones obscuros: Lennon evocaría a su madre muerta en “Julia”, al igual que McCartney haría en Let It Be (que, ahora sabemos, se ensayó en las sesiones del White Album).

Contagiados por el espíritu ceñudo del underground. “Helter Skelter” se grabó en versiones extensas. Con todo, excesos y caprichos a la postre quedaron de lado. John y Paul hicieron la limpia final y la ordenación de las canciones en una sesión maratoniana de 24 horas, donde no estuvieron ni George ni Ringo (pero sí el sufrido George Martin, cuyo equipo vivió la elaboración del doble como un calvario).

En la selección, obedecieron a sensatos criterios comerciales, aunque la heterogeneidad del repertorio garantizaba que el resultado sería caleidoscópico, resbaladizo, abundante en contrastes y sorpresas. Hasta la portada blanca, concebida por el artista Richard Hamilton, parecía sugerir un futuro tan abierto como incierto.

YELLOW SUBMARINE

A partir de 1967 el artista —en este caso el rockero propositivo— presentaba una visión del mundo que podía ser mejor de lo que era, sobre la base del respeto a la libertad individual. En ese momento de su historia se encontraban los Beatles. Buscaban expandir la percepción de la mente y explorar las posibilidades de los estados alterados para canalizar sus expresiones musicales. La experiencia la llevaron a su clímax con el Sargento Pimienta, y luego buscaron diversificarla con el filme Yellow Submarine, una película de dibujos animados.

El asunto había sido aprobado por Brian Epstein para proporcionar a la United Artists la tercera película de los Beatles que todavía le debían. Reeditaron el tema principal, «Yellow Submarine», y esgrimieron «All You Need Is Love», ya convertida en himno generacional.

Sin embargo, no completaban el material suficiente para el lado A del disco —soundtrack de la cinta—. George Harrison de manera exprés escribió «It’s Only a Northern Song», y el resto de los temas surgió más o menos de la misma manera:  «All Together Now», «Hey Bulldog» o «It’s All Too Much».

El lado B del álbum consistió en canciones del grupo arregladas de forma instrumental por George Martin: «Pepperland», «Sea of Time & Sea of Holes», «Sea of Monsters», «March of Meanies», «Pepperland Laid Waste» y «Yellow Submarine in Pepperland».

Al año siguiente se estrenó la película —especie de summum de la estética pop—, y de manera sorprendente se convirtió en un éxito. El guión había sido escrito por Erich Segal, novelista de enorme popularidad (Love Story, entre otras), y trasladaba la lírica beatle a un reino de auténtica y original fantasía. Las voces del grupo fueron dobladas y la película se estrenó el 17 de julio de 1968.

Los Beatles, como personajes de dibujos animados, se convirtieron así para muchas personas en figuras memorables. El disco, con sólo cuatro nuevos temas, apareció en el mercado el 13 de enero de 1969.

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