The Gift

La dádiva lusitana

Por SERGIO MONSALVO C.

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Hace exactamente un siglo se dio en el país de José Mourinho y de Cristiano Ronaldo el movimiento Renascença Portuguesa, que proclamaba la necesidad de dotar de sentido a las energías lusitanas y colocarlas en condiciones de tornarse fecundas para sus habitantes.

Tal movimiento dio origen al “saudosismo”, del que la saudade representó “la sangre espiritual de aquella raza, su estigma divino, su perfil eterno, desmaterializado y dedicado a un sentimiento”, según los manifiestos.

El ensayista Ramón Piñeiro escribió al respecto: “La saudade es un estado de ánimo derivado de un sentimiento de soledad. Por lo tanto, las diversas formas de soledad derivan en diferentes modos de saudade: la que el hombre aprecia en sus circunstancias (objetiva), y la que vive en su intimidad (subjetiva)”.

Ello respondía a la urgencia de los pensadores humanistas y poetas portugueses de pasar de las críticas al viejo régimen a una nueva visión popular desenmarañada del positivismo y del materialismo absolutista que se le había inculcado por décadas.

Las letras portuguesas produjeron en tal transición y búsqueda a un poeta inmortal (Fernando Pessoa) y en la música la legitimación de la saudade sonora (con ese parámetro musical del fado llamado Amália Rodrigues).

Cien años después, los nombres de Dulce Pontes, Misia, Maritza y, sobre todo, del grupo Madredeus (actualmente desintegrado) han internacionalizado dicha saudade en diversos ámbitos artísticos, incluyendo el cinematográfico (Historia de Lisboa, del director Wim Wenders, quien recurrió a la ayuda de tal grupo para sonorizar la atmósfera de la misma, por ejemplo).

Hoy Portugal vive una crisis socioeconómica muy semejante a la de aquel entonces, y su intelligentsia, sus pensadores, buscan filosofías frescas para salir de la mediocridad como país, del agujero económico que infecta toda la vida por aquellos lares; para manifestarse ante la ausencia de crítica contra los malos gobiernos populistas que han querido endosarle la culpa a otros de su situación.

Pero, sobre todo, para no sentirse más pobres ante la falta de creadores trascendentes que arrojen luz ante su circunstancia (los personajes futbolísticos ya mencionados difícilmente podrían servir de algo dada su vacuidad y egocentrismo).

El rock y el pop lusitanos han emergido en medio y contra la saudade generalizada (el hecho de que el fado haya sido inscrito en la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco lo reafirma), con el objetivo de plantear un lozano renacimiento cultural sin fadismo, que brinde posibilidades de futuro en este siglo XXI, no de manera aislada (saudadiana) sino como parte que es de la mundialización y de pertenencia a una unión internacional.

El primer grupo que intentó el avance musical en este sentido fue Baroka Som Sistema, que difundió a nivel global el sonido llamado kuduro, un estilo posmodernista que miraba hacia sus raíces en Angola. No obstante, la intención fue fugaz.

A este intento le siguió Silence 4, una banda de tintes electrónicos disuelta en el 2001 que, sin embargo, fue el antecedente directo de The Gift, la propuesta más concreta, sólida y trascendente en lo que va de estas primeras décadas del siglo.

The Gift fue de inicio un proyecto paralelo de dos integrantes del grupo Dead Souls: Nuno Gonçalves y Miguel Ribeiro. Pero los afanes de experimentación de ambos con tal proyecto los llevaron a dejar atrás dicha agrupación. De esta manera la nueva formación quedó integrada así en 1994: Nuno Gonçalves (en los teclados), John Gonçalves (al bajo), Sónia Tavares (como cantante) y Miguel Ribeiro (en la guitarra).

Todos eran amigos de la infancia de Alcobaça, localidad de 16 mil habitantes en el centro de Portugal. Sónia era la única que tenía estudios musicales. El resto surgió de la escuela del garage más primigenio con influencias diversas: U2, Arcade Fire, Depeche Mode, Coldplay y Flaming Lips.

Nuno se erigió en el líder y compositor del grupo, con un objetivo en mente: “Hacer la música que nos gusta, llevarla a las personas que buscan algo diferente y demostrar que los portugueses tenemos talento para algo más que para acumular deudas”.

The Gift ha seguido una clara evolución desde que fue creado. El material de sus discos así lo comprueba, desde una auténtica explosión de ritmo y optimismo como señas de identidad, hasta un sonido electrónico con rostro humano (entre el pop barroco y el rock indie), sin dejar de ser divertido y colorista.

Su sonido se basa en varios elementos singulares que le dan un carácter épico a la banda, incluyendo la determinante voz de Sónia: cuerdas, metales, arpas, percusión, mucha programación rítmica y coros.

El espíritu festivo (regalo tan largamente anhelado por una nueva generación de portugueses) caracteriza a la banda a través de toda su trayectoria discográfica: Digital Atmosphere (1997), Vinyl (1998), Film (2001), AM-FM (2004), Fácil de entender (disco grabado en vivo, 2006), Explode (2011), Primavera (2012, producido por el británico Ken Nelson, un habitual colaborador de Coldplay y de Kings of Convenience).

Mención aparte merece Altar (del 2017), que ha logrado llegar al punto en que The Gift suena a The Gift, de manera inconfundible y se convierte en la dádiva musical portuguesa por excelencia de la actualidad hipermoderna.

Aquí entra en el regalo también la sorpresa: la obra ha sido producida y co-escrita por el mítico Brian Eno, quien ha trabajado junto al tecladista del grupo (Nuno Gonçalves), lo mismo en la composición de las melodías que en la hechura  de las letras, y se ha dado tiempo, además, para acompañar coralmente a la distintiva voz de Sónia Tavares en varios temas.

La realización de Altar se llevó a cabo entre España (Galicia), Inglaterra (Londres) y el estudio de la banda en Portugal (Alcobaça) con una escaleta de trabajo muy heterodoxa, concepción del anticonvencional productor Brian Eno.

Éste indujo en los estudios de grabación a ejecutar largas jam sessions, así como seguir las llamadas Oblique Strategies (tarjetas de instrucción como guía), trazar dibujos colectivos plasmados en un pizarrón, y a hacer visitas a un río cercano, con el objetivo de relajarse y estrechar lazos emocionales.

Altar fue editado por el sello independiente creado por el grupo, La Folie Records, y en la labor mezcladora estuvo otro genio del sonido: Flood. Sus variaciones entre el pop-rock de corte indie y las modulaciones electrónicas hablan de sus claros referentes como lo son los Talking Heads, el Lou Reed de Transformer, Depeche Mode, Coldplay y David Bowie.

Con éste grupo ha comenzado el tiempo de dotar a la música portuguesa de un flamante cuerpo coherente que coincida con el de su pobre y deprimida vida social, de mezquindad política, de dificultades y obstáculos de toda índole; dotar a la más cotidiana paz social e individual con algún acendrado valor.

Frente a la crisis descrita y vivida, el rock alternativo y synth pop que interpreta ve la salida a través no de su lengua que restringe presencia, sino mediante la franca (del inglés), en la que ahora le corresponde la tarea de generar un nuevo hálito que se traduzca en la construcción de diferentes estructuras mentales y socioculturales.

Y también, ¿por qué no?, en las políticas. Y aquí convendría citar a Fernando Pessoa, su poeta vanguardista por antonomasia (el hombre de las mil caras), quien lo asentó así en otro momento: “Con una falta tal de gente con la que coexistir, como hay hoy, ¿qué puede un hombre de sensibilidad hacer sino inventar a sus amigos, o cuando menos, a sus compañeros de espíritu?”. The Gift ha logrado erigirse en tal compañía.

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