INOLVIDABLES

AUSENTES PERO VIGENTES

POR SERGIO MONSALVO C.

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El soul (un momento mágico), la proverbial mezcla del góspel con el rhythm and blues, se enfrentó con sus esencias a la disyuntiva romántica de escoger entre festejar a lo divino (procedente del primero) o inclinarse por lo humano (fundamento del segundo). Ante ello, el nuevo género tomó las estructuras del góspel y las canalizó mediante los instrumentos del R & B para expresarse, es decir: dejó fuera al dios de su canto para celebrar mejor al cuerpo y sus emociones.

Las escenografías paradisiacas donde se premiaba a los redimidos, plagadas de promesas, arpas y ángeles rubicundos solazándose en esponjosas nubes de algodón (con la debida condición post mortem, por supuesto), fueron trasmutadas por las vivencias de los pecadores terrenales (in situ):

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El amor, sus éxtasis y torturas; el espíritu de la carnalidad y sus vericuetos manifestándose a plenitud, así como toda la gama contraria: la soledad, el abandono, la tristeza, las facturas por la experiencia existencial, entraron en el saco del soul acompañadas de una sonoridad sicalípticamente celestial.

Entre los pioneros de tal música estuvieron tres tipos a los que unió más de una circunstancia en aquellos tiempos salvajes del comienzo genérico: Ben E. King, Don Covay y Percy Sledge, hombres hoy ausentes, lamentablemente, pero creadores de canciones vigentes para toda la eternidad. Ellos fueron grandes predecesores, tres referencias absolutas que coronaron con éxito el valor de canciones bien hechas e interpretadas, de corte profundo, clásicas, que con el tiempo se convirtieron en piedras muy revisitadas y angulares.

WER Photo of Ben E. King...UNSPECIFIED - JANUARY 01:  Photo of Ben E King  (Photo by Michael Ochs Archives/Getty Images)

Ben E. King, cuyo nombre completo era Benjamin Earl King, nació en Henderson (Carolina del Norte) en 1938, aunque se forjó como cantante en el coro de la iglesia local desarrolló lo esencial de su carrera artística en Nueva York. Ahí formó parte de The Five Crowns, un grupo de doo-wop que al ser firmados por la Atlantic Records en 1958 cambió su apelativo por el de The Drifters.

King, junto a sus compañeros Ron McPhatter, Chuck Cockerham y Richard Knight Dunbar y la dupla de compositores y productores formado por Jerry Leiber y Mike Stoller, obtuvo muchos éxitos para la compañía discográfica con títulos como “There Goes My Baby” (1959), “Save the Last Dance For Me” o “Young Man Blues” (1960). Tales sencillos llegaron al número uno de las listas estadounidenses.

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Con la ayuda de sus productores, Ben E. King se estrenó como solista con una obra romántica, “Spanish Harlem”, compuesta por Leiber y Phil Spector y publicada a finales de 1961. Ésta a su vez fue opacada por “Stand By Me”, un gran ejemplo de la sofisticación que había adquirido el pop neoyorquino aunada a la suntuosidad de su voz. La pieza, a través del soporte del góspel, fue presentada como una ferviente petición de apoyo amigo contra las adversidades de la vida.

Con los años Stand By Me se transformaría en una de las canciones esenciales del turbulento siglo XX. Y hoy en día continúa siendo reconocible para las nuevas generaciones que la han escuchado como soundtrack tanto cinematográfico como publicitario. Una búsqueda por la red sirve para descubrir cientos de versiones (aunque oficiales existen más de 400). Las más recomendadas son las hechas por John Lennon, U2, Bruce Springsteen, Elvis Presley o la de Muhammed Alí cuando se llamaba Cassius Clay.

Ben E. King murió el jueves 30 de abril del 2015 en su casa de New Jersey, por “causas naturales”, a los 76 años de edad.

Don Covay, a su vez, escribió temas que le abrieron las puertas del Brill Building, donde aparte de sus interpretaciones sobre el twist para Chubby Checker, Connie Francis o Louis Prima, compuso algunas cosas para las Shirelles, Jerry Butler y Gladys Knight.

Covay, como solista, entró en las listas de popularidad con la pieza “Mercy, Mercy”, canción de ecos góspel que grabó con el acompañamiento del aún desconocido Jimi Hendrix. Sin embargo, ésta se difundiría masivamente en la versión que hicieron los Rolling Stones, en la cual Mick Jagger, abiertamente le copia sus falsetes.

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Covay había nacido en Carolina del Sur como Donald James Randolph y creció dentro de una familia restrictiva, bajo la férula de un padre predicador. Como era de esperarse se rebeló y huyó de casa. Aún era menor de edad cuando en la ciudad de Washington, donde llegó, actuó con el grupo vocal The Rainbows. Para a la postre entrar a formar parte del espectáculo de Little Richard, primero como chófer y luego como parte de él, con el nombre de “Pretty Boy”.

A pesar de ser un cantautor de calidad indudable (y ahí está “Come See About Me” para corroborarlo) no disfrutó del éxito como solista, aunque proporcionó temas que sí lo fueron para otros artistas. En sus temas, compuestos ya como Don Covay, se aprecia ya la evolución del rhythm and blues que desemboca en la vertiente del soul primigenio.

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Dicha canción le permitió firmar con la compañía Atlantic, que lo envió a Memphis para trabajar con Booker T & the MGs. Junto a Steve Cropper, Covay compuso “Sookie Sookie” (un éxito para Steppenwolf) y “See-saw”. Esta última y “Chain of Fools” pasaron a ser parte del repertorio de Aretha Franklin, Otis Redding, Wilson Pickett, Etta James o Solomon Burke, desde entonces. John Lennon, por su parte, incluyó la canción “Just Because” en su disco Rock and Roll.

Una vez fuera de Atlantic, Covay vivió de sus derechos de autor y actuaciones personales hasta que la enfermedad se lo imposibilitó. Sus amigos (Iggy Pop, Todd Rundgren, Bobby Womack y Nona Hendryx) le dedicaron el disco tributo, Back to the Streets. En el año 2000, lanzó un disco de duetos, Adlib, en el que figuraron músicos como Lee Konitz y Paul Rodgers, por mencionar algunos La portada para el mismo fue un retrato hecho por Ron Wood.

Este destacado cantante y compositor de soul, cuyo sonido definió también los años sesenta falleció el 30 de enero del 2015 en Nueva York, a los 76 años.

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La historia de otra canción, a cargo de Percy Sledge, comenzó como una cura improvisada contra la depresión. Percy, de origen campesino, trabajaba en intendencia en el Hospital del Condado de Colbert, no lejos de la ciudad donde nació, Leighton, Alabama. También cantaba en una iglesia bautista y formaba parte de Esquires Combo, un grupo que se presentaba en los clubes locales.

Una noche, mientras cantaba con su grupo, Sledge se sintió tan mal por el fin de una relación amorosa que no pudo interpretar el repertorio de costumbre, compuesto por canciones de Smokey Robinson y los Beatles. Les pidió al bajista Cameron Lewis y al organista Arthur Wright que tocaran algo en cualquier tono. Vertió sus emociones en una canción que posteriormente cuajaría y se daría a conocer como “When a Man Loves a Woman”.

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La Atlantic Records compró el máster de Sledge y lo lanzaron a principios de 1966. Para mediados de año se convirtió en número uno de las listas de éxitos. Generoso, Sledge les dio crédito en la composición también a los músicos que lo acompañaron.

A partir de ahí los instrumentistas de Muscle Shoals, salidos del estudio Fame de Alabama, estuvieron presentes en sus siguientes grabaciones: “I’m Hanging Up My Heart For You”, entre ellas.

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Percy rara vez se salió de tal curso en sus siguientes lanzamientos: canciones sobre la desolación, con arreglos modestos pero solemnes. Le funcionó en piezas como “Take time to know her” o “True Love Travels On a Gravel Road”, grabadas con aquellos mismos instrumentistas rurales de sus inicios.

Sledge se inspiró en la misma fuente de sentimentalismo sureño que alimentaba a la música country con la que creció oyéndola en la radio: dramas amorosos, trazados sin ambigüedades y con la misma naturalidad que él mismo adaptaba éxitos de Nashville.

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Percy Sledge falleció en abril del 2015 en Baton Rouge, Luisiana, a los 73 años de edad. Su famosa canción tiene aún larga vida. Las versiones de Rare Earth, Bette Midler, Esther Phillips, Jimmy Barnes o Burton Cummings la han mantenido en la mente de generaciones sucesivas. La excelente “The Dark End of the Street”, por su parte, supuso el ocaso de su inspiración.

Los nombres mencionados a lo largo de esta emisión, las canciones que hemos escuchado, el soul del que hemos disfrutado, reproducen con voz propia la ampliación modulada de los temas clásicos, lo cual supone una muy estimable incursión en el río revuelto de la memoria, en estos tiempos en que la memoria es un bien en vías de extinción.

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