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SOUNDTRACK DE LA REVUELTA/ III

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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La de 1968 se trató de una música que, “aunque sus letras a menudo resultaban cándidas”, se revelaba en su tono, que se amotinaba. “La música, por decirlo así, protestaba por ti”, como escribió el historiador Judt. Y sí, la música resultó fantástica aquel año.

Con ella no tenía uno que tragarse los sermones que predicaban una radicalidad impoluta, esos que acaramelaban a los integrantes de los comités de lucha; con ella la diversidad de sus estilos venía de perlas para distinguirse y provocar a la derecha conservadora sin mayor herramienta o bandera. Para la estupidez de los primeros el rock era un arma imperialista, para la del conservadurismo una obscenidad.

En realidad el rock resultó revolucionario puesto que la generalidad de los involucrados lo escuchaba, lo asumió como suyo y como soundtrack de las revueltas, no así sus solemnes cabecillas. Y fue revolucionario en dos sentidos: en lo externo como elemento de la renovación social y de manera interna como evolución de la disciplina artística.

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Los motivos fueron variados y consecuentes: el vuelco completo del conjunto de valores musicales de las décadas anteriores; las impactantes modificaciones sociales y políticas a nivel global y local; los avatares del mercado masivo para la música grabada; el comercialismo y su canalización mediática; el desarrollo tecnológico; la explosión informativa y los climas favorables para la experimentación.

Todos esos instantes grabados en los zurcos de los discos clásicos de aquel año hablaron de cambio, y lo hicieron con un giro continuo de la espiral evolutiva como ejemplo para la música popular. Y la espiral, con su enfoque artístico libre y determinado, se significó como pensamiento comunitario frente a filosofías de gobierno, tales como el realismo socialista, el nacionalismo folk, la propaganda fascista, el maoísmo campirano, el comunismo caribeño y el capitalismo puritano.

Al ubicarse contra las políticas estatales, tal música –con valores intrínsecos de historia, contexto y calidad interpretativa y de composición— se alejó de las consecuencias predecibles: ortodoxia y conservadurismo, así como de la demagogia populista de “un arte cercano al pueblo”, el cual siempre ha tendido a atraerse el común denominador más bajo del gusto musical.

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Mayo de 1968 quedó como un brote de esperanzas inmensas, de alegría y de luchas, de cambios individuales y colectivos que tambaleó el poder de un jefe de estado (en Francia) que había superado muchas batallas. Se combinó con la intervención del ejército soviético en Checoslovaquia para apagar un tipo de disturbio tranquilo que se iba haciendo grande e importante.

Todo un símbolo: capitalismo y socialismo real marxista leninista incapaces de resolver sus incompatibilidades y choques entre cúpula y base, la voluntad de vivir mejor de sus ciudadanos, que tuvieron en la música un apoyo inconmensurable y el gran sello de una época.

El terreno musical del año de 1968 desde el comienzo tuvo movimiento (de signo tanto como de directriz). Comenzó con la desaparición de uno de sus mitos: Neal Cassady, héroe literario y generacional, y finalizó con las inquietantes notas de “Street Fighting Man” y “Sympathy for the Devil”. El rock, la música popular más importante surgida a mediados del siglo XX, tuvo el deseo y la sapiencia de que el futuro traería innovaciones y discontinuidades.

Toda corriente musical necesita del soporte social y los fundamentos históricos y artísticos para convertirse en un género de trascendencia. Y los aconteceres de dicho año se lo brindaron a raudales. De esta manera 1968 fue un tiempo en el que nacieron hitos, leyendas y géneros. A continuación los últimos siete títulos de un listado de 20 discos clásicos (que hemos escuchado a lo largo de esta rememoranza) que le proporcionaron su sonido a un año referente en sumo grado.

 

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ASTRAL WEEKS

VAN MORRISON

La principal razón por la que Van Morrison, el llamado “León de Belfast”, impuso su poesía y su visión radica en que ningún otro cantante era capaz de irradiar tanto como él en ese entonces (con un cosmos musical de creación propia). La segunda razón es que sería difícil encontrar a otro intérprete blanco que lo superara en flexibilidad vocal y ritmo. Todo el material que compone el álbum suena lleno de fervor. La combinación de dichas cualidades se aprecia grandemente en una obra como ésta. Una bella mezcla de folk, blues y soul (celta), dotada de un acompañamiento adecuado. Aquí hay un Van Morrison excelso.

 

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A SAUCERFUL OF SECRETS

PINK FLOYD

Al frente de Pink Floyd, Syd Barrett eliminó los temas narrativos o representativos en la obra y experimentó, vía alteración de los sentidos, con composiciones metafóricas en la búsqueda de formas visuales y auditivas abstractas, que serían el mejor soporte para simbolizar al hombre en sus fantasías, sueños y viajes interiores. Era un devoto de la psicodelia. Sin embargo, al realizar este disco oscuro su mente se perdió en el camino. Fue entonces apoyado con la creación musical por el resto de los miembros del grupo (es el único disco en el que actuaron los cinco integrantes). «Extraña música espacial», la llamó  Barrett, su instigador y explorador.

 

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BEGGAR’S BANQUET

THE ROLLING STONES

Los Stones enfrentaron de manera explícita la realidad social de los años rebeldes sesenteros, coqueteando también con el satanismo (al estilo Jagger), el sexo y las drogas. Richards encontró su lenguaje personalísimo como instrumentista. Watts y Wyman tocaron como un solo hombre. Sólo Jones se la pasó apático. Beggars Banquet se convirtió en un triunfo artístico. Desde la extasiante “Sympathy for the Devil”, pasando por la energía pura de “Street Fighting Man” y la malevolencia hipnótica de “Stray Cat Blues”, el grupo recorrió su universo musical con pasos llenos de autoridad. Jones había quedado al margen.

 

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DANCE TO THE MUSIC

SLY & THE FAMILY STONE

La escena musical estuvo llena de cambios de todas clases. Fueron especialmente excitantes también los que se produjeron en el funk, con Sly & The Family Stone, por ejemplo. Aquella música que nacía llevaba al futuro. Este grupo estaba lidereado por Silvester Stewart, de San Francisco, y lo que estaba haciendo era digno del más genial compositor. Llevaba dentro todo tipo de cosas: era multirracial, sin fronteras de género (masculino, femenino y demás) y puso a interactuar al funk con el rock, el soul, el gospel, la psicodelia, el pop o el r&b. Creó una línea de bajo que atrajo al futuro jazz y luego al hip hop.

 

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STEPPENWOLF

STEPPENWOLF

Sparrow, banda de blues canadiense, se transformó al establecerse en San Francisco. Del folk que interpretaban pasaron al hard rock y se convirtieron en pioneros del heavy metal con el nombre de Steppenwolf (debido a la novela de Herman Hesse). Asimismo hay una versión acerca de que el término fue extraído de su canción más popular: “Born to be Wild”, el tercer sencillo que lanzaron en 1968 y parte de su homónimo álbum debut. La pieza se convirtió en un hito de la música tanto como del cine independiente (al ser incluida en el soundtrack de Easy Rider), de las road movies y de la contracultura estadounidense.

 

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WHITE LIGHT WHITE HEAT

THE VELVET UNDERGROUND

Del ruido de vidrios rotos con el que terminaba su primera obra, el Velvet Underground extrajo luz blanca. Fue una inmensa radiación que comenzó en el primer segundo de la pieza homónima (que se adelantó por una década al punk) y no terminó hasta el últmo de “Sister Ray” (en el que Reed relata una historia confusa de orgías e inyecciones), un final perfecto. El ángel negro de la muerte, con las pupilas dilatadas estrellándose contra un muro de sonido. Este segundo álbum resultó aún más radical que el anterior. El ingrediente despiadado del noise y la lírica de Reed determinaron el rumbo y le dieron su carácter único al grupo.

 

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WE’RE ONLY IN IT FOR THE MONEY

FRANK ZAPPA

El álbum causó un alboroto grande en 1968. En el momento culminante del movimiento hippie, Frank Zappa, una de sus figuras de culto se atrevió a burlarse de los ideales de toda una generación. Todo el disco es una prueba fehaciente del ingenio en letra, la diversidad musical y el sarcasmo del músico. El título fue un golpe bajo contra los manifiestos de sus contemporáneos sobre la paz y el amor; la portada, una maliciosa parodia del Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band de los Beatles; los textos, una ironía despiadada hacia los flower children: con todo ello Zappa pretendía apartarse de aquello con un acertado escepticismo.

 

La generación del 68 adoptó como icono el póster del Che Guevara, con su melena al aire y su mirada hacia el futuro. Cuesta desprenderse de su capacidad de seducción, pero quizá no estaría de más tomar en consideración otro póster, el de Zappa con “colitas”. El humor frente a la solemnidad. El escepticismo frente al dogma venga de donde venga.

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