765. The Rolling Stones (Mejores discos XII)

Por Sergio Monsalvo C.

Para hablar de los Rolling Stones como intérpretes del rock & roll he invitado a un personaje que escribió su crónica al respecto:

“Una noche, en mi cuarto, saqué el segundo álbum de los Rolling Stones, lo puse y aprendí por mi cuenta el simple pero fantástico solo de guitarra de Keith Richards en aquel rock and roll. Me llevó un buen rato, pero a medianoche ya había logrado un facsímil razonable del mismo.

“Que se joda el mundo. Iba a tocar la guitarra solista. Durante los siguientes meses (¡años!) practiqué incansablemente, pasé toda hora disponible acunando mi guitarra Kent, retorciendo y torturando las cuerdas hasta que se rompían o hasta que yo caía de espaldas en mi cama dormido con ella entre las manos.

“¡LA GUITARRA!: el mayor instrumento de seducción que el mundo adolescente jamás hubiera conocido.

“Pronto empecé a sentir el poder que el instrumento y mi trabajo me estaban proporcionando. Además, tenía un secreto…había algo que podía hacer, algo en lo que podía ser bueno. Me dormía por las noches con los sueños de la gloria del rock & roll en mi cabeza.

“Más o menos eran así: los Stones iban a dar un concierto en un auditorio de Asbury Park, pero Mick Jagger cae enfermo a punto de salir al escenario. No podían cancelar esa actuación, la gente ya está ahí, gritando, necesitan un sustituto, pero ¿quién podría reemplazar a Mick? De repente un joven héroe, un chico de la zona, se levanta de su asiento y avanza entre el público…

“Él puede liderar, tiene la voz y la imagen, los gestos y ya no tiene acné…y, lo mejor, toca fabulosamente la guitarra. La banda congenia al instante con él. Keith sonríe y, de pronto, los Stones ya no tienen tanta prisa en sacar a Mick de la cama donde yace enfermo…¿Como acaba todo? Siempre igual…el público enloquece”. Fin del sueño.

“Años después, suena el teléfono. Mick Jagger está del otro lado de la línea. Hace muchísimos años, en mi adolescencia, yo soñaba despierto con recibir una llamada así, pero no: ahora los Stones no necesitan un líder ya sin acné para su próximo concierto. ¡Pero es lo siguiente mejor! Van a tocar en Newark, Nueva Jersey, y han pensado en añadir a un segundo guitarrista  y  cantante para interpretar algún rock and roll para hacer que la gente mueva sus cuerpos.

“Para cuando cumplí los cincuenta años ya había conocido a muchos de mis héroes (Dylan, Morrison, McCartney, Orbison) y lo había disfrutado, aunque seguía considerándolos muy alejados de mi persona. En cambio, los Stones seguían significando tanto para mí que no podía refrenar mis sentimientos de fan alucinado.

“Y así era como me gustaba que fuera. Así que a la tarde siguiente me veo entrando en la recepción bien iluminada y bulliciosa de unos locales de ensayo en Nueva York. La chica de la recepción asiente con un gesto y me indica un acceso. Abro la puerta de una sala de modestas dimensiones y me encuentro con una banda cuyo equipo está alineado contra la pared, como en un garage abarrotado.

“Hay dos guitarras, bajo y batería, y en la esquina un enorme órgano B3. El cantante se me acerca, regalándome una sonrisa que aún sigue iluminando toda la sala. Mick me da la bienvenida al ensayo, Keith, Ronnie y Charlie (desde atrás de su batería) me saludan afectuosamente.

“Han dispuesto sus pequeños amplificadores Fender, uno al lado del otro, en la misma posición que los hubiera colocado cualquiera de los grupos que actuaban en el Club Juvenil de Fort Monmouth una poco concurrida noche de sábado en los años sesenta.

“Nada de pedales vistosos, ni montañas de altavoces, tan sólo el equipo básico para tocar rock puro y sin alterar. Cuentan con unos pocos ayudantes, pero nada más. De repente me veo transportado al pasado, al pequeño comedor donde ensayaba a diario con los Castiles (mi primer grupo), salvo por el hecho de que ahora, ¡éstos Stones son los tipos que inventaron mi trabajo!

“Los llevo inscritos en mi corazón desde que los robustos acordes de ‘Not Fade Away’ brotaron del sencillo de 45 rpm que compré en el Britt’s Department Store, en el primer centro comercial que abrió en nuestra zona.

“Tras algunos cumplidos, se emplazan dos pies de micro uno al lado del otro, a un par de metros de la banda. Mick, con sus rasgos afilados y tan pragmático como siempre, se sitúa en el micrófono de la izquierda. Yo me quedo ante el de la derecha,  mientras él da la señal y Keith, el hombre cuyo registro de guitarra me enseñó a tocar mi primer solo, quien arranca con el riff inicial de un buen rock & roll.

“En mis viajes he conocido a muchos tipos carismáticos, pero ninguno tan espectralmente encantador como Keith Richards. Hace años Patti (mi esposa) hizo unos coros para ellos y cantó en el primer disco solista de Keith. Una noche fuimos a verlo al estudio. Tomó la mano de Patti, me miró a los ojos y, mirándola fíjamente, dijo ‘Oh…oh…es ella’

“A mi izquierda escucho aquella voz que humedeció millones de pantaletitas…Pretendo estar a su altura, pero no es tarea fácil. Estoy hecho un manojo de nervios por dentro cuando Mick se me acerca para que prosiga con la segunda estrofa. Suena bien. Está al alcance de mi voz, y si no puedo estremecerme con esa pieza lo mejor será que vuelva a tocar el palo de escoba frente al espejo.

“Los grandes grupos siempre son una cuestión de química. Vista de cerca, la química que hay entre estos músicos es única. La guitarra de Keith toca siguiendo la batería de Charlie, generando un cimbreo que devuelve el ‘roll’ al ‘rock’. Ésta es la última de las bandas de rock and roll. Combínalo con el más infravalorado repertorio en la historia del género y verás por qué los Stones siempre han estado por delante de sus competidores. Y todavía lo están.

“¡Me estoy divirtiendo tanto, y no se lo puedo contar a nadie! Las palabras de aquella canción fluyen poderosas. Mick y yo intercambiamos versos en la parte final como un par de Sam & Dave blancos, y se acabó. Mick me dice: ‘Ha estado genial’

“La tocamos exactamente una vez.

“Me fui a mi casa. De camino, no dejaba de pensar: ‘¡Tengo que llamar a Steve [Llittle Steven]! Él me entenderá totalmente, al cien por ciento, de todas todas, como el loco del rock and roll que es’. Y así fue.

“La noche siguiente, los Stones y yo la interpretamos en Newark para veinte mil atónitos ciudadanos de Nueva Jersey. Fue excitante, y de forma distinta al impulso místico de la noche anterior, cuando pude tocarla en aquel cuartito con sólo aquellos cuatro tipos, ¡La Banda de Garage Más Grande del Mundo!, en mi pequeña porción de paraíso del rock & roll.” (Bruce Springsteen dixit).

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