733. Tool: El vocero estoico

Por Sergio Monsalvo C.

En sus álbumes, Tool responde al espectáculo vicioso de la degradación y la violencia en las ciudades con un escenario de horror. Ahí, el orden es la corrupción, la muerte y el caos. Pero puede ser también la libertad y la salvación, paradójicamente. El cantante, líder y compositor del grupo, Maynard James Keenan, se ha revelado así como un humanista tras la máscara del estoico, que en el podio se convierte en la furia de la razón al frente del grupo.

Este exsoldado, maestro del jiujitsu y cómico ocasional tiene una visión muy clara del apocalipsis urbano, de Los Ángeles como caso específico, su patria por elección. De manera semejante a lo retratado por la cinta de John Carpenter, Escape from L.A., el incontrolable monstruo de mugre, drogas y violencia será arrasado por un diluvio.

En los álbumes de Tool, Keenan proporciona la solución perfecta al caso: «Aenima”, por ejemplo. Un término médico especializado que puede traducirse como «enema»: medicamento secante que se aplica a las heridas sangrantes, o lavativa, según el caso, y que en el disco homónimo debe interpretarse como catástrofe natural vuelta sonido, la cual a su vez funciona como un limpiador social multiusos. «Estamos apresados por una malla de problemas, y la única posibilidad para liberarse es lavarlo todo y volver a empezar desde un principio», declaran en el disco.

Las amenazadoras sinfonías apocalípticas de Tool no sólo pretenden estimular el pensamiento, sino también expresar su rechazo al comercio. El cuarteto, integrado por Adam Jones, Danny Carey, Justin Chanchellor y Keenan, encarna una antiideología definida en ellos mismos. Los persigue la idea fija de ser un grupo sin mucha imagen, aunque no oscuro. Prefieren renunciar totalmente a las sesiones fotográficas o publicación de sencillos (sus portadas hablan por ellos).

Tool ha hecho lo que ha querido tanto musicalmente como con su imagen, y el éxito de sus álbumes, como Undertow, que tuvo ventas platino, les ha dado la razón. Treinta años más tarde, el grupo continúa su voluntarioso camino. Así lo atestiguan los intermedios caprichosos que aligeran la intensidad de lanzamientos incluidos en su discografía. De otro modo serían imposibles tantos minutos de distopía concentrada en algunos de sus discos.

Los humoristas del grupo británico Monty Python utilizaron esta técnica del break en su película The Meaning of Life y a Tool le pareció una excelente idea para alguno de sus álbumes. Durante los espacios entre los tracks la gente puede ir al baño, tomarse un trago y luego seguir escuchando con toda calma. El apocalipsis moderno funcionando entre cerveza, botana y necesidades fisiológicas. Los interludios comprenden berridos infantiles, pasajes de Moog, detonaciones, una tirada llena de odio de Harry Manback (Green Jelly) o una receta para pastelillos intoxicantes en idioma alemán («Los huevos de Satán»).

De esta forma, sus obras son un strip musical del alma sin wertherismo alguno. El sonido de Tool es intenso, dinámico y técnicamente versado. Un bajo profundo, riffs filosísimos y una batería acentuada, crean el cimiento atmosférico para los textos visionarios de Maynard.

Los temas incluyen las amistades falsas, experimentos con las drogas, relaciones sexuales y cienciología (no necesariamente en ese orden). En lo musical, Tool continúa de manera consecuente con su sonido característico: canciones opulentas con toques evidentes de metal y progresivo (fuerte y poderoso), reminiscencias claras de Pink Floyd y King Crimson y perfección técnica y virtuosa en cada nota. Por algo aquel Aenima fue producido por Bave Botrill (realizador también de King Crimson y Peter Gabriel).

La filosofía estoica que fundamenta su estética es una herencia helenística que se ha ido centrando progresivamente en la cuestión práctica del bien existir. En ese marco dicho pensamiento es un auténtico movimiento espiritual, que se fue adueñando de la historia de las mentalidades desde la antigüedad hasta nuestros días, pues los desarrollos posteriores calan en la mentalidad al ofrecer una comprensión global del ser humano en su contexto cosmopolita.

En el mundo globalizado que estamos viviendo, y que es zarandeado por diversas turbulencias —epidemias, invasiones, guerras y usurpaciones, trumpismo— no es de extrañar que el estoicismo goce de especial predicamento, con figuras como las del grupo Tool. Tampoco sorprende que, en nuestros tiempos pospandémicos, se haya rescatado la búsqueda de la serenidad que proponen filósofos como Epicteto o Marco Aurelio, de los que Keenan es lector conspicuo.

Lo sabio, ha descubierto, es aceptar cómo funciona este mundo. La forma de verlo bien empieza por pensar razonablemente en cómo funciona y luego encontrar un lugar en él: esa es la filosofía que se halla en sus discos, desde Undertow hasta Fear Inoculum: “Nosotros somos tu herramienta; úsanos como los catalizadores del proceso de encontrar lo que sea que necesites, o lo que sea que estés buscando», le dicen sobre sí a los oyentes.

Esa es su mirada, fijarse en su telos —como indican los pensadores mencionados–, que en el caso humano es de índole social y colectiva. Cooperar, asumiendo nuestro destino, y llevarlo a la práctica. De ella sigue el mejoramiento individual mediante actitudes como el autocontrol ante las pasiones y las percepciones erróneas o la templanza frente a la adversidad. Eso es lo que facilita la vida según dicha naturaleza, centrada sólo en lo que de uno depende.

La lírica de Tool, que le ha conseguido miles de seguidores y convertido en un grupo de culto, ha estado sonorizada primeramente por el metal progresivo, que luego fue cambiando hacia el metal alternativo, para finalmente erigirse como art rock, la forma de formas.

En la obra de Tool se pondera el desapego de las pasiones y de los aparentes bienes, en busca de una autosuficiencia que permita ser libres, sobre todo, frente al miedo hacia lo que nos rodea, al futuro o a la muerte. Su pensamiento propone liberarse de las turbaciones y tomar el control en un movimiento centrípeto de autoconciencia, rechazando las opiniones sin fundamento y las apariencias y manipulaciones mediáticas que, a través de los muchos reclamos cotidianos, nos distraen constantemente.

Esto es quizá lo que hace muy atractiva su obra al escucha preparado y atento, que se encuentra asediado sin tregua por la tiranía de las pantallas. El acierto de esta música y su contenido lírico (aderezado todo ello con la plasticidad, la denuncia y teatralidad de sus presentaciones, de sus videos y arte gráfico de sus carátulas), ha venido de la mano de cierta divulgación oral, como se hacía antaño al escuchar los álbumes entre varios convocados reunidos como en un ritual, eso es algo que también ha logrado Tool, lo cual ha devenido no en su simplificación, cuando no en la alteración de sus ideas vía las redes, sino en un enriquecimiento de la comunión y la divulgación de la palabra contenida en sus discos, una finalidad inherente del género rockero.

Tool es una gran aportación artística y habrá que seguir manteniéndolo como referencia de la intelligentsia del rock. Este grupo continúa representando un pensamiento muy apropiado para nuestros días, con sus propuestas para buscar inteligentemente una manera de existir, desde una perspectiva que combina la ética individual y la cooperación comprensiva en el mundo intrincado que nos rodea.

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