Por SERGIO MONSALVO C.

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La prensa underground de la actualidad que conocemos comenzó su historia en la primera parte de los años sesenta en los Estados Unidos. Dicho medio de comunicación estuvo destinado a una audiencia masiva, con formatos nada caros y de fácil proceso. Su lectura de arribo directo se caracterizó por un lenguaje muy coloquial y de original presentación.

Económicamente independiente, dicha prensa underground, se propagó a sí misma y con un éxito insospechado. Las opiniones sustentadas en su interior eran radicales con respecto a la problemática popular y sobre todo en su divulgación.

La historia de esta prensa ha sido versátil pero sin menguar en su desarrollo, a pesar de todos los factores que actuaron desde entonces en su contra, y sobre todo ha sabido adaptarse a los tiempos. Los movimientos juveniles y sociales más importantes de las últimas décadas han pasado primero por sus páginas para una vez maduradas estallar en plena cara de los sistemas, mostrando las voces de culturas alternativas para la supervivencia, la identidad y la autonomía de nuevos pensamientos, tanto en la política como en el estilo de vida.

En esa prensa underground surgieron igualmente los cartoons, las tiras cómicas clandestinas que con el paso de los años se han hecho tan famosas por sus aportaciones a los diversos movimientos. Uno de los grandes mitos de la contracultura sesentera es el hacedor de cómics Gilbert Shelton, el creador de los inefables Freak Brothers, los personajes que hicieron tanto por el espíritu de los sesenta como Woodstock o Jimi Hendrix.

El fabuloso trío del cómic se sorprende a sí mismo por su capacidad de poder vivir junto durante tanto tiempo. Aunque en sus aventuras lleguen a separarse, finalmente terminan por volverse a reunir en la misma habitación. Esta genial incapacidad para la separación es un guiño prometedor en cuanto a la continuidad de las tiras que Shelton elaboró durante 30 años (la primera etapa fue de 1968 a 1997) y hoy en suspense.

Pasara lo que pasara, este trío de irresponsables siguió haciendo su regalada gana.

Nunca se sintieron enfermos, ni envejecieron en absoluto y se mostraron del todo ajenos a los problemas de la mortalidad: Freewheelin’ Franklin, listo y conocedor de los códigos callejeros; Phineas T. Freakears, activista liberal e informado; Fat Freddy Freekowtski, una especie de Sancho Panza del trío y, el gato de Fat Freddy, un personaje al estilo de Lewis Carroll, que como un spin off  tiene aventuras particulares.

Shelton, su creador, nació en Dallas, Texas, el 31 de mayo de 1940. Comenzó su actividad como dibujante en la universidad para la revista Texas Ranger, ganando cien dólares por cartón publicado. En aquella época le bastaba para vivir, tomarse todas las cervezas que quisiera y asistir a todos los reventones estudiantiles.  Ahí conoció a Janis Joplin, quien ayudaba en ese entonces a vender la revista en el campus universitario.

La sistemática crítica emitida en la publicación motivó su cierre por parte de las autoridades universitarias. Shelton después trabajó de manera independiente en el periódico Austin Iconoclast y se metió a estudiar arte moderno.

A la postre se mudó a Nueva York, en donde creó a su primer personaje, Wonder Wart-Hog. Las influencias de Shelton fueron las de su tiempo: Chester Gould (Dick Tracy), Chick Young (Blondie), Harvey Kurtzman (editor de Mad), Carl Barks (creador de Rico MacPato) y John Stanley (autor de La pequeña Lulú).

De regreso a California en 1967, asistió a una doble función de cine de los Hermanos Marx y Los Tres Chiflados.  Ahí fue donde pensó que podría tratar de hacer un cómic, y así nacieron los Fabulous Furry Freak Brothers.

Su primera aparición fue a fines de 1967 y se publicó en un periódico underground, The Rag, en Austin. El greñudo trío comenzó a darse a conocer en gran medida gracias al Underground Press Syndicate (que abarcaba los periódicos Los Angeles Free Press, Berkeley Barb, East Village Other, San Francisco Oracle, Fifth Estate y Paper, y que se erigió en 1966), el cual autorizaba la reproducción de los textos y los dibujos a todos los miembros del sindicato.

Si bien este sistema favorecía la difusión de los trabajos (en Playboy y High Times), no daba ni un centavo a los autores, así que Shelton se fue a San Francisco para vivir como diseñador de pósters y fundas de discos (una de las más famosas es la de Shakedown Street de Grateful Dead). Ahí conoció a Robert Crumb, iniciador de la revista antológica del cómic underground llamada Zap, y reinició su actividad en este sentido.

Junto con Fred Todd, Jack Jackson y Dave Moriaty, fundó Rip Off Press, con la idea de cobrar un poco más de regalías. Se instalaron en el desván de la antigua Mowy’s Opera de San Francisco. Compraron una vieja prensa offset y lanzaron de nueva cuenta a los Freak Brothers. Éstos representaban el espíritu antiautoritario por excelencia, inscritos dentro del concepto propagado por Mark Twain en Huckleberry Finn.  A la gente le encantó este tipo de lectura y los Freak Brothers se afianzaron hasta niveles internacionales.

En 1971, Shelton reunió el suficiente material para la primera compilación de las historias de estos tres greñudos, que se llamó The Collected Adventures of the Fabulous Furry Freak Brothers. Despegó así el vuelo de lo que sería una de las obras maestras del cómic de los Estados Unidos en la época contemporánea. En 1988, esta primera recopilación tuvo su decimonovena reimpresión en Rip Off Press. Una segunda colección siguió en 1972, lo mismo que cinco tomos más hasta 1982, todos en blanco y negro.

Por otra parte, la delirante vuelta al mundo de los Freaks, The Idiots Abroad, publicada en tres partes desde 1984, está disponible para todo aquél que cuente con suficientes dólares. Las tribulaciones de Fat Freddy, Freewheelin Franklin y Phineas hasta la fecha se han traducido a 25 idiomas, y si uno tiene en cuenta todas las formas de publicación alrededor del mundo desde su nacimiento, los Freak Brothers han sido comprados cerca de diez millones de veces. A esto indudablemente habría que agregar el éxito de Freddy’s Cat (el gato malandrín  del gordito).

Entre más años pasan, más los Freak Brothers se sustraen al tiempo. Si bien su comportamiento y sus motivaciones pueden remitirse en forma directa a los años sesenta, los tres personajes de Shelton se fueron sublimado, liberándose de las trabas que le impedían a la obra superar las épocas. Otros factores que han contribuido a ello han sido la propia marginalización del trío y su ligazón constante a la prensa underground y las pequeñas sociedades editoriales de tirajes cortos, pero regulares.  Esto, entre otras cosas, ha convertido a los Freaks en un clásico del cómic.

En lugar de reducir su trío a nada, como se haría en el mundo normal con el tiempo, Shelton los canalizó a una situación esencial dónde establecer sus relaciones, misma que los une a la existencia como personajes imposibles, pero nunca lo suficiente como para que el mundo les gane regularmente.

En la medida en que los Freaks se resisten a las agresiones de éste, sus aventuras se resisten al tiempo; una pequeña recompensa para aquéllos cuya más mínima aspiración de paz o de eternidad por lo general se traduce en un gesto fenomenal de energía.

Ahora, desde su domicilio en el bulevar Voltaire de París (luego de pasar por Barcelona un par de años), Shelton sigue moldeando el futuro de sus tres creaciones. «Con frecuencia me ha parecido que el humor está cerca del alcohol ??comentó para el periódico Rat hace años–. Tal vez por eso sea que a menudo lo he sustituido por la hierba, que también brinda muchas posibilidades cómicas. Sí hay mucha droga en mis historias, pero los Freak Brothers no se encuentran en contacto directo con el verdadero mundo de ésta».

Shelton no ha considerado abandonar a los Freaks, los cuales por cierto pueden encontrarse con regularidad en el periódico Flag, el tipo de publicación para el cual ha gustado colaborar desde siempre. El proyecto que empezó a tomar forma y que lo tuvo ocupado durante algunos años fue una película protagonizada por ellos. Después de haber vendido los derechos tres veces, la última de éstas a la Universal Pictures (que no hizo nada durante seis años), otra vez el autor volvió a recuperarlo en este sentido (el filme Grass Roots, con todas sus peripecias para realizarla, sería después otra y larga historia).

Los Freak Brothers continúan con vida, lo mismo que Gilbert Shelton, ambos sendas leyendas.

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