757. The Rolling Stones (Los mejores discos-X)
Luego de la apoteósica gira del 2022, Sixty Tour, que fue para conmemorar los sesenta años de su formación (la cual se realizó desde el 1 de junio hasta el 3 de agosto de aquel año). Fue la primera gira completa en la que el grupo no contó con su baterista original, Charlie Watts, fallecido en 2021. Tras ello sorpresivamente el grupo regresó enseguida a grabar.
El disco se llamaría Hackney Diamonds —desde su última grabación de estudio con material original, A Bigger Bang, habían pasado 18 años— y con ello se reveló de manera brillante el punto en el que los Rolling Stones se encontraban: produjeron canciones importantes y memorables. El tiempo ha pasado y ellos se lo siguen permitiendo.
De cada nota cantada por Jagger, de cada acorde tañido por Richards y Wood, se cuelgan 60 años de historia del rock, 60 largos, turbulentos y gloriosos años. Su mito, a pesar de todo, hoy parece pesar más en las cabezas del público que en las de sus protagonistas.
Para el monstruo de mil cabezas cada canción nueva automáticamente se mide con el catálogo de oro del grupo, por ejemplo. El grupo forjó esos estándares, al parecer insuperables aún para sí mismo. Parecía difícil que la dupla Jagger/Richards resolviera el handicap y pudiera escribir todavía una buena canción capaz de hacer vibrar al público una vez más.
A los propios Stones todo ello seguramente no les interesaba. Richards, quien de vez en cuando se permite una balada sentimental de country que emite frente al micrófono con un énfasis conmovedor (y que disfruta cada vez que lo hace en vivo), desde hace años ha hecho hincapié en que quiere saber hasta dónde lo llevará todavía la aventura llamada Rolling Stones.
Por lo tanto, incluso a los 80 años al parecer Keith seguirá parándose en el escenario con su conocida estampa y su humeante Telecaster, (a pesar de las secuelas de sus adicciones y el efecto de las curas de sangre renovada, de operaciones en el cerebro y vitaminas de Jack Daniels y nicotina). Sobre su aportación artística ya se ha dicho todo: él es la encarnación viva del rock and roll, el retrato de Dorian Gray del género.
¿Y Jagger? Es impresionante, sin duda, la condición atlética que a sus también 80 años aún demuestra. Por lo demás parece decidido a representar para siempre a la estrella del rock a la que ante todo le interesa la conquista y la relación con figuras —incipientes o no— de la escena musical.
Wood, a su vez, seguirá pintando sus cuadros testimoniales, tomará su última copa de vodka algún día y con una sonrisa buscará un lugar en la barra del paraíso. Charlie Watts, a su vez, de alguna manera ha logrado sobrevivir a todo ello tras su muerte —fue un verdadero caballero inglés con aficiones como la discreción, el jazz, los caballos pura sangre, los trajes a la medida y el coleccionismo diverso—.
Como sea, 60 años de los Rolling Stones han creado un cúmulo de música extraordinaria, entrañable, sin igual; influido de manera duradera en varias generaciones del rock y señalado desde siempre que ellos y éste último le deben su existencia misma a los músicos negros estadounidenses, que en los inicios del grupo estaban olvidados por completo en su país de origen.
De paso colaboraron de manera decisiva en convertir “una simple moda pasajera” —como calificó Frank Sinatra al rock and roll—, que al principio se consideraba fugaz y puberta, en una auténtica forma de arte, vida y cultura, así como en una industria que produce miles de millones de dólares.
En tal labor también se volvieron riquísimos (en la gira reciente, donde alguno de sus voceros la anunció por enésima vez como la última, recabaron cerca de 600 millones (brutos) de billetes verdes): nada mal para aquel puñado de adolescentes, surgidos del suburbio londinense, fascinados por el blues, ¿verdad? ¿Cuántas bandas pueden hablar de una tour de tal magnitud, con estadios llenos? Un hecho reiterado desde en comienzo de los años setenta.
El viaje emprendido los condujo a cuatro continentes y a muchos países donde realizaron infinidad de conciertos, con una larga lista de espera de ciudades donde se les pedía su presencia.
¿Y dónde materializan ese poder? Obviamente en el escenario. El lugar justo. Centro ahí de todos los colores y movimientos del mito, sus gestos, miradas y manías. Eso que los ha hecho seres especiales a una edad imposible para otros. Ellos siguen rocanroleando como gladiadores potentes “contra fuego, hielo, tormentas, árboles, virus globales y sepa qué más” (Jagger dixit).
Así que a los Rolling Stones no les queda nada que demostrar. Su obra incluye decenas de clásicos y desde los años sesenta han sido el espectáculo de rock & roll más grande del mundo en gira. Pero a Mick Jagger y Keith Richards debe haberles molestado que sus momentos creativos más destacados se remontaran a hacía tanto tiempo.
Su último álbum con material nuevo escrito por ellos mismos fue A Bigger Bang del 2005. El hecho de que The Glimmer Twins (su nombre como productores) aún no habían perdido la esperanza era evidente en los nuevos temas que lanzaban ocasionalmente al mundo: Don’t Stop y especialmente Living In A Ghost Town, canciones muy decorosas en sí mismas.
Sin embargo, encontrar el tiempo y la concentración para un álbum completamente nuevo resultó todo un desafío. Hace unos años finalmente parecía que estaba sucediendo, pero luego el coronavirus puso freno al proceso. Luego, el baterista Charlie Watts murió, lamentablemente.
A finales del año 2022, Jagger, Richards y Ron Wood entraron al estudio, con Darryl Jones al bajo y Steve Jordan a la batería. Andrew Watt, de 33 años, se hizo cargo de la producción con Don Was. En Hackney Diamonds el grupo ofrece un menú genérico con un sonido directo y nítido que hace perfecta justicia al suyo clásico.
La dupla Jagger/Richards llegó con bastantes canciones buenas a la mesa: Angry, Get Close , Whole Wide World y Driving Me Too Hard habrían sido una excelente material en cualquier disco anterior de los Stones. La colaboración con invitados también se desarrolló en condiciones favorables.
El dúo Sweet Sounds Of Heaven (de Jagger con Lady Gaga) es soul del bueno, en parte gracias a las contribuciones al piano de Stevie Wonder. Asimismo, un rejuvenecido Paul McCartney proporciona una base sólida para la rica y dura Bite My Head Off. Todos esos aspectos destacados hacen de Hackney Diamonds uno de los mejores álbumes de los Stones.
El álbum cuenta también con la dosis necesaria de melancolía, porque dos canciones datan de las últimas sesiones de 2020 con Charlie Watts: Live By The Sword (en el que también toca Bill Wyman) y Mess It Up .
El disco se cierra con Jagger y Richards a la guitarra acústica y la armónica en Rolling Stone Blues de Muddy Waters, una oda a sus orígenes primigenios, que podría completar el círculo estético de su obra en general: magnífica, emocionante, y con una huella eterna.